miércoles, 12 de marzo de 2025

Busqué en los libros,
 pero los libros 
no me buscaban
 a mí.

Pasé sus páginas 
con dedos ajenos,
 como quien toca 
un espejo
y no encuentra 
su reflejo.

Las princesas 
tenían nombres
 que se deshacían en mi boca,
 Los héroes 
hablaban un idioma
que mi abuela nunca pronunció.

En ninguna página
estaban las manos de mi madre
en la máquina de coser,
los dedos heridos de tanto hilo,
la espalda arqueada 
sobre el destino,
tejiendo silencios
 con cada puntada,
 remendando los huecos 
de un mundo
 que nunca la miró 
de frente.

Y yo,
 nacida 
entre dos sangres,
 entre dos voces 
que nunca fueron reconocidas,
 esperando encontrarme
 en un cuento
 donde nadie se acordó 
de dejarme un espacio.

Entonces
comprendí
algunas  historias
no se leen:
se arrancan del aire,
se graban en la piel,
hasta que los márgenes
se vuelven 
casa.

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