El Aleph es un cuento del escritor argentino Jorge Luis Borges publicado en la revista Sur en 1945 y en el libro homónimo por la editorial Emecé de Buenos Aires en 1949 Argentina. El original se encuentra en la Biblioteca Nacional de España, que lo adquirió por subasta en 1985.
Presenta numerosas posibles interpretaciones; entre ellas la que plantea una lectura desde el existencialismo, basada en la idea de la incapacidad del humano de enfrentarse a la eternidad. Esta idea está presente en muchos de los cuentos borgianos y en su lectura y manejo de autores preexistencialistas como Søren Kierkegaard, Franz Kafka, y Arthur Schopenhauer.
En este cuento, que se ha convertido en objeto de culto, se puede reconocer su literatura, de tal forma que puede ser calificado como el cuento paradigmático de la vasta biblioteca borgiana, abrevando en la ironía, el juego con el lenguaje y la erudición –tanto verídica como ficticia. Esto último se deja entrever, por ejemplo, en los epígrafes iniciales, donde se cita a Hobbes y Shakespeare, así como en la postdata de 1943 donde se hace una supuesta investigación acerca de otros Alephs citando a autores históricos como Pedro Henríquez Ureña, Richard Francis Burton, Luciano de Samosata e Ibn Jaldún.
El cuento está situado temporalmente entre febrero de 1929 cuando murió Beatriz y el primero de marzo de 1943, fecha en la cual se escribiría la postdata, pero trata sobre todo de hechos acontecidos entre el 30 de abril de 1941 y los últimos días de octubre del mismo año.
Contaría el cuento de tres hilos narrativos que se irían entretejiendo pero manteniendo una estructura uniforme. Los tres hilos corresponderían a:
A) La historia de la veneración de "Borges" por Beatriz Viterbo, que representaría una historia de amor frustrada y a la vez desobstaculizada por la muerte. En ella se haría notar una tensión entre la sacralización y detención temporal con respecto a la relación, y el cambio inevitable que traen el tiempo y el olvido, lo cual finalmente triunfaría. Esta relación funcionaría como el marco para el desarrollo argumental, al propiciar el ritualismo de Borges como la fuente principal de la relación (B).
B) La rivalidad amorosa y literaria entre "Borges" y Daneri. En el campo intelectual y literario es rotunda e insistente la baja apreciación que "Borges" tiene de Daneri y, sin embargo, él es el primo que le franquea el acceso a la casa-templo de Beatriz y al altar de sus fotografías. Por otro lado, es también clara la competencia de Daneri contra "Borges", a quien lanza frecuentes pullas en las que lo contrasta con un gran poeta, llama "seudo coñac" al licor que le regaló y le presume engoladamente sus propios méritos. Los diálogos sobre literatura y el mundo de los escritores, son una parte deliciosa del cuento, cargada de humor y de ironía.
Por otro lado, es central que la hondura de la rivalidad amorosa solo se revela a "Borges" (después de doce luctuosas visitas anuales a la casa de Garay) por la visión en el Aleph de las cartas “obscenas, increíbles, precisas” que Beatriz había enviado a Carlos Argentino. Son, además, rivales dialécticos. Daneri parece apegado a "Borges", aunque éste lo subestime, puesto que lo hace confidente del peligro de perder su Aleph y le pide interceda para conseguir el prólogo; pero la relación que hubo entre los primos y las varias alusiones que sobre Beatriz hace Daneri al despechado "Borges" (entre otras: que Beatriz “se distraía” con Álvaro y que el Aleph le permitiría ver “todas” las imágenes de Beatriz), revelan una actitud desdeñosa, burlona y retadora. Cuando por su parte "Borges" se entera, al final, de todo lo que estaba implicado (y que de algún modo se reflejaba en el callado odio mutuo que se profesaban y en la “maligna felicidad” que sintió cuando asume que el otro está "loco"), le surge un repentino deseo de venganza, aún a costa de sacrificar la maravilla del Aleph. Funcionaría esta parte argumentalmente como marco previo para la historia fantástica del Aleph (C).
C) El Aleph propiamente dicho y la experiencia del narrador-protagonista con él, que es el núcleo de la narración. Puesta en escena del enfrentamiento del hombre con el infinito, representada por el "punto que contiene todos los puntos del universo". Se muestra como un pico de hiperrealidad fantástica; está en el sótano de una casa vieja, y es necesario estar tirado en el suelo para verlo. Es interesante notar cómo un objeto que podría ser digno de culto se encuentra en un ámbito sumamente trivial. Funciona como pie para divagaciones metafísico-filosóficas; se encuentra una idea de la réplica, de lo falso. De hecho, el Aleph de la calle Garay, dice "Borges", sin convicción, no es verdadero; a pesar de que lo vio y lo que vio en él (o tal vez por lo que vio ahí).
La obra estaría estructurada de manera A-B-C-B-A. Los diferentes nudos se irían cerrando, abriendo y cerrando en orden progresivo, terminando nuevamente con una alusión al inevitable paso del tiempo y la falibilidad del conocimiento humano: "Nuestra mente es porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz", frente a la categórica afirmación inicial "Cambiará el universo pero yo no".
En el relato de H. G. Wells "The Crystal Egg" se encuentra el germen de "El Aleph". En un epílogo de 1949, el propio Borges advierte que en «El Aleph creo notar algún influjo del cuento The Crystal Egg (1899) de Wells. El relato "Los perros de Tíndalos", de Frank Belknap Long se puede considerar un precursor por la mención de un punto en el espacio desde el cual, el narrador puede observar toda la realidad.
En el cuento "La lámpara de Alhazred", de August Derleth, un redactor de artículos para revistas de escándalo (afín al poeta mediocre de "El Aleph") recibe una lámpara que le permite ver otros puntos espaciotemporales; la casa donde estos eventos ocurren es demolida al final del relato. Las coincidencias son muchas, pero el cuento de Derleth apareció por primera vez en 1957, ocho años después de "El Aleph", aunque está basado en notas escritas por H. P. Lovecraft, que murió en 1937.
No hay evidencia de que Borges conociera ninguno de los dos cuentos mencionados, pero sí se sabe que su propia obra fue influida por Lovecraft (como queda patente en los cuentos "There are more things" y "El inmortal".
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