miércoles, 25 de marzo de 2020

OTOÑO, APRENDER A SOLTAR


“Los árboles meditan en Invierno; gracias a ello, florecen en Primavera, dan sombra y frutos en el Verano y se despojan de los superfluo en el Otoño”  
El otoño es la estación del SOLTAR; dejar ir aquello que nos pesa, que nos dificulta u obstaculiza el camino, sean emociones negativas, caprichos, compromisos que ya no nos motivan o relaciones que no nos nutren; así como lo hace el árbol en otoño, es momento de desprendernos de aquello seco, descolorido, inútil, innecesario, que ocupa lugar y ya no nos sirve.
El otoño es tiempo de introspección, para reflexionar, reservar energías y prepararnos para lo nuevo que llega; pero para ello necesitamos limpiar y hacer lugar. El desafío es dejarnos fluir con la estación para llegar al invierno más despojados, tranquilos y claros, renovarnos y florecer en primavera.
UNA HISTORIA
Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todos los asistentes esperaban la típica pregunta: ¿El vaso… está medio lleno o medio vacío?
Sin embargo, el profesional preguntó: ¿Cuánto pesa este vaso?
Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos.
El psicólogo respondió:
El peso absoluto no es importante. Depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo un minuto, no es problema. Si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo. Si lo sostengo un día, mi brazo se entumecerá y paralizará.
El peso del vaso no cambia, es siempre el mismo. Pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado, y más difícil de soportar se vuelve.”
Y continuó: Las preocupaciones, los pensamientos negativos, los rencores, el resentimiento, son como el vaso de agua. Si piensas en ellos un rato, no pasa nada. Si piensas en ellos todo el día, empiezan a doler. Y si piensas en ellos toda la semana, acabarás sintiéndote paralizado, e incapaz de hacer nada.
¡Acuérdense de soltar el vaso!
AFERRARSE Y NO PODER SOLTAR
¿Cuántas veces nos aferramos, tal vez demasiado, a una persona, a una situación, a un lugar, a un puesto de trabajo… aun cuando sentimos que nos duele y ya no nos hace bien? Y observamos que nos resulta difícil soltar, dejarlo ir para emprender un cambio.
Cuando generamos dependencia hacia esa persona, situación, dinero, poder, estatus, puesto de trabajo, objeto, o lo que fuera, pensamos (erróneamente) que allí radica la fuente de nuestra felicidad y/o seguridad, que nuestra vida tiene sentido gracias a eso a lo cual nos aferramos; que sin ello nos sentiremos solos, vacíos, inseguros, desprotegidos, etc. Y ante la existencia de esa creencia, nos apegamos más y más; y generamos vínculos desde el miedo, y no desde el amor.
Cuando nos aferramos tanto a algo o a alguien creamos sufrimiento, angustia y miedo a perder esa persona u objeto del apego. Y generalmente, para defender nuestra posesión, empleamos la agresión, la competencia y nos destruimos cada vez más en ese proceso.
También, podemos apegarnos a una forma negativa de pensar, de mirar la vida, de interpretar lo que nos pasa, a un estado de tristeza, enojo, vergüenza, miedo o culpa que se transforman crónicos… y nos estancan, intoxican y paralizan.
EL DESAPEGO
Para crecer, para sentirnos más libres, fuertes, seguros e independientes busquemos aprender a “soltar” aquello que ya no nos sirve ni aporta mejoría, desarrollo ni bienestar a nuestras vidas.
El Otoño nos invita a la limpieza… de nuestra mente, de emociones, relaciones y situaciones que ya no nos nutren… hasta de la casa, de la oficina, del taller, de cada espacio que frecuentamos; es tiempo de sacar todo aquello que no nos aporta buena energía, de desechar aquello que ya no se utiliza y dejar espacio para lo nuevo; ¡mucho espacio!
En fin… soltemos todo lo que nos pesa… tengamos conversaciones agradables con quien deseamos tenerlas, aclaremos situaciones que nos preocupan o nos quitan el sueño, olvidemos aquellos temas que no son productivos en nuestras vidas.
Así como los árboles en otoño necesitamos dejar marchar las hojas viejas para dar lugar a los brotes nuevos y frescos en la primavera. Seamos simples, seamos prácticos. Es tiempo de soltar de remover para sentirnos más livianos, puros, y así poder disfrutar de lo que llega y florecer.


María Inés Francisconi
Desarrollo Humano
Abogada Mediadora
Coach Ontológico

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