Vitebsk (Bielorrusia) 1887 – Saint-Paul de Vence (Francia) 1985
Marc Chagall (Moishe Segal) nació un 7 de julio de 1887 en Vitebsk (Bielorrusia) y falleció en Saint-Paul de Vence (Francia) el 28 de marzo de 1985. El desarraigo de su tierra natal y su cultura marcaron su vida y el recorrido de su obra artística. En su adolescencia, el joven Chagall expresa el deseo de estudiar para llegar a ser pintor.
Sus primeros cuadros se centran en la representación de sus seres queridos, sus hermanos, sus tíos y de los paisajes que veía por las ventanas de su casa. La familia del pintor no parece contenta con estos intereses del joven, que antes bien, es criticado mientras sus experimentos cromáticos son sometidos a observación por sus preocupados parientes.
Esta actitud resulta comprensible si se considera que la religión judía, al margen de las diferencias confesionales, opone un claro rechazo al arte figurativo. Finalmente, acabarán por aceptar las veleidades del joven pintor, especialmente su madre que le acompañará al estudio del que será su primer maestro, Yehudá Pen:
“Tras haber enrollado mis rotos dibujos, tembloroso, emocionado, me encamino al estudio de Pen con mi madre. Ya al subir la escalera me sentía embriagado, exaltado por el olor de los colores y de los cuadros”.
A pesar de estas palabras, la impresión de Chagall no será muy buena. Percibe de inmediato que el estilo de su futuro maestro no es el camino que quiere emprender, pero de momento es el único modo de aproximarse al mundo de la pintura. Las clases con le Pen duran todo el año 1906, hasta que Chagall piensa que ha aprendido todo lo que su escuela puede ofrecerle.
En ese mismo año logró el permiso que le permitió como judío viajar a San Petersburgo (en ese momento, foco principal de la cultura rusa) y en donde el pintor entrará en contacto con un ambiente lleno de estímulos, en el cual conoce a grandes personalidades rusas del arte y de la cultura como el pintor León Bakts, el teórico político Nachman Syrkin o el escritor Vladímir Pozner, entre otros.
Permanecerá en San Petersburgo de 1907 a 1910 donde empezará a madurar un estilo propio, independiente de las enseñanzas. Los grandes cuadros que realizará durante este periodo abordarán las temáticas del paisaje urbano y el retrato. Indudablemente entre sus obras maestras podíamos destacar “El muerto” de 1908, en el que introduce la emblemática figura del violinista en el tejado, universal merced a la fama de su cuadro posterior “El violinista verde” de 1923, aunque sólo le brindará la formación académica que ya había cursado. También tenemos de estos años en San Petersburgo pinturas muy significativas como “La boda rusa” de 1909 o “Mujer con ramo de flores” de 1910. En 1909 conocerá a Bella Rosenfeld, su futura esposa. Entre los dos se produce un flechazo y sobre ella escribiría más tarde, en 1922, en su autobiografía:
“Su silencio es el mío. Sus ojos son los míos. Es como si me conociera desde siempre, como si supiese todo de mi infancia, de mi presente, de mi porvenir; como si velase sobre mí y me comprendiera perfectamente, aunque la viera por primera vez. Sentí que ella era mi mujer”.
En 1910, gracias a una bolsa de estudios que le concede su mecenas Max Vinaver, Chagall parte parte para una estancia de cuatro años en París.
En 1911 desembarca en París, capital de la vanguardia de la época. Son los años de la llamada École de Paris, en la cual todo el mundo artístico europeo se reúne en las calles y cafés parisinos. Chagall se siente fascinado y cautivado y será en estos momentos cuando comienza para él un periodo de satisfacción y crecimiento interior, aunque el pintor no es, sin embargo, inmune a la nostalgia. Sus sentimientos de afecto hacia su población de origen, su familia y su amada Bella aparecen en su pintura de estos años, que plasma la belleza de Vitebsk junto a la de París infinitas veces, hasta convertirse casi en un ideograma de su sentimiento nostálgico.
El primer paso hacia la evolución de su estilo es su encuentro directo con la pintura impresionista, las obras de Van Gogh, Gauguin, Matisse… y adentrarse en la historia del arte que encerraba en sus salas el museo del Louvre con las obras del XIX francés y sus maestros: Courbet, Manet, Millet, Delacroix y otros. Junto a esta experiencia museística, entablará contacto directo con Matisse, Picasso y Cezanne entre otros, donde recogerá la influencia de su pintura cubista. En su obra “Yo y la aldea” de 1911 se sirve del procedimiento cubista de dividir la obra mediante planos construyendo escenas paralelas.
Novia con abanico (1911)
Museo Metropolitano de Arte (Met), de Nueva York
Chagall contactó más con los poetas que los pintores, cabe destacar su amistad con los poetas Guillaume Apollinaire y Blaise Cendrars. Apollinaire al ver su obra, la calificó de “sobre natural”. Más tarde perfeccionaría este término denominándolo “sur real”, con su uso pasó a llamarse “surreal” y de ahí, “surrealismo“. Con el también poeta Cendrars se creará una amistad muy sólida, convirtiéndose para el pintor en un punto de apoyo, un amigo muy querido, así como su mentor. Cendrars va directamente al corazón de la pintura de Chagall, comprendiendo con lucidez visionaria el significado oculto de las imágenes y desatando el nudo interior de su viaje en torno al sueño y la interioridad del pintor. Los cuadros de estos cuatro años son el testimonio de la evolución estilística de la pintura chagalliana: en París, en contacto con las personalidades más importantes del arte novecentista y con los estimulantes resultados alcanzados por los movimientos de vanguardia, su estilo florece a través de la revolución del color. La crisálida se ha convertido en mariposa. De estos años recogemos obras como: “Naturaleza muerta”, “El nacimiento”, “Mi aldea y yo” que se convierten en claros ejemplos del naciente estilo personal del pintor.
En 1914, viajará a Berlín donde se organiza su primera exposición individual. Anteriormente había expuesto ya junto a grandes figuras del arte contemporáneo, con ocasión del Salón de Otoño de 1912 y del Salón de los Independientes de 1912, 1913 y 1914, pero hasta ahora no se había dedicado una muestra exclusivamente dedicada a él.
Amantes Azules (1914)
En ese mismo año, 1914, regresa a su país para casarse con su prometida Bella Rosenfeld. Sin embargo, esta estancia, que habría debido durar apenas tres meses, se prolonga casi ocho años, hasta 1922. Chagall está en Rusia cuando estalla la I Guerra Mundial y en 1917, año en que tiene lugar, en pleno conflicto, la Revolución de Octubre.
La Boda (1917)
Centre Pompidou de París
El efecto de la guerra en Europa es devastador. Todo lo que el pintor ha amado y conocido desaparece ante su vista, se le niega el regreso a París y desde Berlín llegan funestas noticias: pierde todos los cuadros que había presentado en la exposición individual de la galería Der Sturm. Obligado a permanecer largo tiempo en Vitebsk, en el pequeño mundo que tanto ha echado de menos en París, Chagall vuelve a coger el pincel para dedicarse a su tierra, llenando hoja tras hoja, paisajes y retratos.
De estos años pertenece una de sus pinturas más conocidas “Cumpleaños” de 1915. Durante este tiempo de permanencia en su tierra debido a la I Guerra Mundial, le lleva a ser partícipe de la revolución soviética y declararse febril comunista. Le ofrecen el cargo de comisario de Bellas Artes en Vitebsk, donde funda una escuela de arte pero, desafortunadamente, no desempeña bien esta función, siendo destituido y realojado en Moscú con el encargo de dirigir la decoración de un teatro. Estos acontecimientos quedarán reflejados en sus pinturas, recogiendo del suprematismo esas grandes manchas de color que quedarán plasmadas en obras como “La vida campesina” de 1917.
Interior con flores (1919)
En 1923, sin perspectivas ni encargos, regresa a París con su mujer y su hija, donde al año siguiente realizará su primera retrospectiva. El retorno a Francia devuelve a Chagall el universo figurativo descubierto en su primer viaje a París. Ahora, el pintor vuelve allí con un estilo más maduro, que ha reelaborado de las enseñanzas cubistas, el cromatismo fauvey el intelectual lenguaje suprematista. Chagall recupera las imágenes paisajísticas la ciudad, que se funde nuevamente con el motivo del amor, tema supremo en su producción. La figura de Bella se convierte en presencia simbólica del amor en los cuadros, junto al doble icono de París compuesto por la Torre Eiffel y la fachada de la catedral de Notre-Dame. De estos años destacan las obras “La novia con dos caras” de 1927, “Desnudo debajo de la mesa” de 1928 y el “Desnudo sobre Vitebsk” de 1933, un cuadro más tardío que, sin embargo, contiene los mismo elementos peculiares de la época anterior, a los que hay que sumar la tendencia a la profundización onírica hacia el inconsciente. Son obras imprescindibles de estos años las grandes composiciones como “Dedicado a mi mujer” de 1933, un compendio de su vida junto a Bella que reúne imágenes de sus recuerdos comunes, los lugares y acontecimientos de su historia de amor, un recuerdo fotográfico que toca los diversos momentos felices del pasado y del presente.
Entre 1938 y 1939, Chagall y su familia dejan París para dirigirse a la región del Loira, llevándose también sus cuadros. Luego, al estallar la II Guerra Mundial, se trasladan, con intención de quedarse definitivamente, al sur de Francia, a Gordes, donde el pintor descubre la belleza del panorama mediterráneo. Por causa de las leyes antirraciales, el artista se ve obligado a abandonar Francia, tierra que considera como su segunda patria, por la cual se siente injustamente traicionado, y a huir con su familia a Estados Unidos. La aclimatación no es fácil, aunque el artista encuentra compañeros y amigos, viejos y nuevos, entre ellos el crítico Lionello Venturi, el galerista Pierre Matisse que se convierte en Nueva York en su figura de referencia. A finales de 1941 organiza una gran exposición de sus obras.
En esta época su interés se dirige a Rusia y a las trágicas noticias que llegan de Europa sobre la guerra y el exterminio de los judíos. Todo ello se convierte en emblema del estado del ánimo del pintor y los lienzos pintados en esos años: “La Guerra” de 1943, “En el crepúsculo” de 1944, todos ellos en tonos oscuros que esconden infaustos presagios o el “El ojo verde” con una iconografía irreal y atmósfera suspendida. A pesar de estos duros sucesos, la experiencia americana ofrece a Chagall nuevas posibilidades con numerosos e importantes encargos alcanzando así su consagración como pintor. Obras geniales de esos años la encontramos en “La Crucifixión” de 1938 o “La impugnación” de 1943.
Por desgracia, la estancia en América concluye con un acontecimiento trágico: en 1944 Bella, aquejada de una repentina enfermedad viral, muere en brevísimo tiempo. Chagall está destrozado; abandona la pintura y el mundo. A su alrededor se apiñan sus amigos más queridos y su hija Ida.
Al cabo de un año de forzada inactividad, vuelve a coger los pinceles y vierte en el lienzo el enorme vacío dejado por la mujer a la que tanto había amado y cuyo dolor sale plasmado en los cuadros: “Las luces del matrimonio” y “En torno a ella”, canto de amor y sufrimiento al alma de su mujer, ahora en una dimensión lejana.
Devuelto a la vida, Chagall acomete otra gran obra teatral y musical, la escenografía y los trajes para el ballet “El pájaro de fuego”, fábula rusa para la Metropolitan de Nueva York.
En 1950 regresa a Europa estableciéndose en Vence, al sur de Francia.
A comienzos de los años cincuenta comenzará a realizar sus primeros ciclos de temas bíblicos, inspirado en los aguafuertes destinados a ilustrar la Biblia. De este momento se recogen obras como “El rey David” de 1951
Poco después el pintor conoce a otra mujer, Valentine Brodski, de la cual se enamora; entre ambos surge una relación íntima, profunda, reforzada por sus orígenes comunes, que los vinculan a Rusia y a la fe judía. El lazo que los une demuestra ser sólido y se convierte en pilar de la existencia del pintor y en fuente de alegría e inspiración; se casan en 1952.
Al mismo tiempo que desarrolla el proceso pictórico de temas religiosos, empieza a dedicarse a la realización de las escenografías para el ballet Dafnis y Cloe de Ravel. Serán años muy intensos: la pintura alcanza nuevas cimas de expresión y lirismo, dedicándose a experiencias multidisciplinarias, que le permiten aprender nuevas técnicas artísticas. Cultiva igualmente las antiguas técnicas de vidriera, asombrado y hechizado por los juegos de la luz y por las posibilidades cromáticas inherentes a estas grandes composiciones.
En los años sesenta dos grandes encargos caracterizan su producción: la decoración del techo de la Ópera de París y la escenografía de La flauta mágica de Mozart para la Metropolitan de Nueva York. A partir de este periodo comenzará a pintar cerámicas, realizará tapices… será el momento de sus grandes encargos: las vidrieras de la Catedral de Metz (Francia), de la Sede de las Naciones Unidas ONU (Nueva York), de la Universidad de Hadassah de Jerusalén.
La década de los setenta se inicia con una serie de exposiciones en todo el mundo, además de grandes testimonios de reconocimiento.
Chagall continúa pintando y empeñando todas sus fuerzas en los diversos frentes del arte, del grabado al mosaico, de la vidriera a los tapices y a la escultura en piedra, en mármol o arcilla. Los temas acuden desde el pasado más remoto y desde el presente más reciente, implicando siempre a la esfera interior del artista. El amor es una vez más el motivo por excelencia. Así en los cuadros de la segunda mitad de los setenta, entre ellos “La familia” de 1975-1976 y luego “El pintor y su novia”, el amor hace las veces de adhesivo universal para reunir a Bella, Valentine, Vitebsk, París, el Sena, la Torre Eiffel, el violinista… y a él mismo, en un mundo único y grande cuya geometría es esculpida por los ondulados movimientos del pincel.
Tras noventa y siete años ricos en emociones y en grandes satisfacciones, Marc Chagall deja este mundo, atravesando la sutil frontera entre la realidad y el universo del sueño, ya tantas veces reflejado en el lienzo, y accediendo finalmente a su propio imaginario. Es el 28 de marzo de 1985. Está enterrado en el pueblo de Saint-Paul de Vence (cerca de Niza, Francia) junto a la que fue su segunda esposa, Valentine Brodski (a la que llamaba Vavá).
Su obra se identifica con su personalidad artística, es una metáfora poética de su propia biografía, de su poder creativo, que va de sorpresa en sorpresa, feliz, atrayente, conmovedor… este impulso creativo es la verdadera obra maestra de Chagall.
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