miércoles, 18 de marzo de 2020

La traición, una herida sobredimensionada

La traición se sobredimensiona en muchas ocasiones sin tomar en cuenta que muchas veces calificamos así a conductas que, en realidad, representan más bien una contrariedad con expectativas que no siempre son suficientemente razonables.
Para buena parte de las personas la traición es un acto imperdonable, que causa una gran herida y suele dejar huellas profundas. Tan es así, que el tema se ha vuelto casi un tabú. Tras una traición no hay nada de qué hablar, porque ya todo está dicho. Aparentemente, nada la justifica y nada la repara.
Sin embargo, esa radicalidad a veces no nos deja ver ciertos matices que son importantes. Por ejemplo, que hay ocasiones en las que calificamos como traición algo que realmente no lo es. O que podríamos llegar a juzgar con excesiva dureza algunas inconsistencias de otros, que en realidad no generan tanto daño, más allá de sentir que defraudaron alguna expectativa nuestra.
Por fiel que uno quiera ser, nunca deja de traicionar la singularidad del otro a quien se dirige”.
-Jacques Derrida-
Se necesita de frialdad y madurez para darle a la traición su verdadero lugar. Es obvio que para nadie es agradable experimentar desconcierto porque esperábamos que alguien actuara de una manera y no lo hizo. Esa desilusión que se genera muchas veces tiene más que ver con nosotros mismos que con la forma de actuar de la otra persona.

¿Qué es la traición?

Hablamos de traición cuando alguien incumple su palabra, o no es fiel a un pacto acordado con anterioridad. Etimológicamente, la palabra “traidor” viene del latín traditor o traditoris, que significa ‘el que entrega a alguien al otro bando’. Como ves, se trata de una palabra que proviene de la tradición militar. Y, en sentido estricto, sería algo así como entregar al enemigo.
En la vida cotidiana, hablamos de traición cuando alguien que aparentemente está a nuestro favor, de pronto dice algo o actúa de tal modo que se pone en contra nuestra. Pensábamos que estaba de nuestro lado y, de repente, se revela que no es así.
Ahora bien, ese “estar del lado nuestro” es a veces muy ambiguo, como también lo es el “estar en nuestra contra”. Estar de nuestro lado puede significar mil cosas, desde ser cómplice de nuestros errores, hasta respetar nuestra integridad. De igual modo, estar en contra nuestra es algo que puede ir desde denunciar nuestras faltas hasta intentar destruirnos, pasando por no responder a nuestras expectativas.

Los pactos y la traición

Cuando hay un vínculo amistoso o amoroso es muy frecuente que los límites del este sean difusos. Ambos suponen que existen algunos pactos o compromisos, pero rara vez los hacen explícitos. Básicamente se considera que, si el nexo es positivo, entonces no habrá lugar a hacerse daño.
Pero como lo señalábamos antes, el tema de lo que hace daño es a veces muy subjetivo. El caso más típico es el de la famosa “traición amorosa”. La pregunta en esa circunstancia es: ¿el pacto amoroso supone mantener el sentimiento independientemente de cualquier circunstancia? Quizás esa sea la intención, pero hay que ver que se trata de un objetivo muy difícil de cumplir.
Lo es porque los sentimientos tienen sus ciclos. A veces logran decantarse y transformarse positivamente. Otras veces, simplemente, se diluyen o se convierten en algo negativo. En ese terreno no hay certezas, por más que se asegure que sí. Es posible que en honor a un compromiso se mantenga el vínculo, pero esto no quiere decir que los sentimientos no hayan cambiado.
Así que alguien se puede sentir defraudado y traicionado cuando los sentimientos de su pareja cambian. La pregunta que cabe ahí es si el problema está en quien, eventualmente, experimenta un sentimiento de forma diferente, y actúa en consecuencia con ello, o en quien espera que esto jamás ocurra.

Hechos y circunstancias

Muchas personas aseguran que son capaces de entender cualquier cambio en los sentimientos de su pareja, siempre que esta sea sincera y los exponga a tiempo. La realidad nos demuestra que rara vez esto ocurre. Si uno de los dos está enamorado y el otro deja de amar, para quien sigue amando es muy difícil asimilar esta asimetría. Mucho más cuando ya hay atracción por un tercero.
Por eso no es raro que se oculte lo que está sucediendo. La intención real no es engañar, sino evadir el sentimiento de culpa por el daño que se le causa al otro o la tormenta que esto puede desatar. Claro que también existen los cínicos o manipuladores que gozan jugando con los sentimientos de los demás, pero en realidad son una minoría.
Lo cierto es que podría hacernos mucho bien el flexibilizarnos un poco frente al tema de la traición, o de lo que ligeramente llamamos traición. En este caso, las circunstancias suelen ser más importantes que los hechos mismos. Es posible que tras lo que llamamos traición solo haya un otro que no siempre coincide con lo que esperamos o deseamos.



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