y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.”ÁNGEL GONZÁLEZ
Fingimos que la mala suerte era un bache necesario
y llegó el día en el que sólo nos preguntábamos el color del abrigo
con el que nos iba a abrazar, la tristeza, esa misma noche.
Como si todo, a las cinco de la mañana
le quitara cualquier pequeño sentido
que le hubiéramos podido dar de día al sol.
Cansados de presenciar milagros a pie de calle
y decepciones entre las nubes
asfaltamos el miedo
haciendo de la vida una carretera de un único sentido.
Y esperanza lo llamamos, sí
y otra vez nos dejamos la cara y las manos por un dios
que, en el fondo, todos,
sabíamos que no existía.
y pintaron de rojo, y dibujaron cuernos, a todo el que quiso oponerse.
Pero, si ellos son el demonio
lo siento
está claro que elegimos mal el bando.
y llegó el día en el que sólo nos preguntábamos el color del abrigo
con el que nos iba a abrazar, la tristeza, esa misma noche.
Como si todo, a las cinco de la mañana
le quitara cualquier pequeño sentido
que le hubiéramos podido dar de día al sol.
Cansados de presenciar milagros a pie de calle
y decepciones entre las nubes
asfaltamos el miedo
haciendo de la vida una carretera de un único sentido.
Y esperanza lo llamamos, sí
y otra vez nos dejamos la cara y las manos por un dios
que, en el fondo, todos,
sabíamos que no existía.
y pintaron de rojo, y dibujaron cuernos, a todo el que quiso oponerse.
Pero, si ellos son el demonio
lo siento
está claro que elegimos mal el bando.
El olvido debe llevar un vestido de infarto
porque, cada cuatro años, volvemos a meternos
obedientes, en su aserradero
y el mismo serrín de hacer con nosotros lo que quieren
es el que usan como confeti en sus fiestas
nuestras pieles tapizan sus deportivos
y ya no nos queda más que aceptar que somos
nuestra principal razón, causa, excusa y motivo
para ser tan, absurdamente
dóciles.
Pero ahí fuera siguen los hijos del hermano bastardo
escondidos en torno a sus hogueras
haciendo sonar sus tambores para recordarnos que estamos en guerra.
Los que cuentan el gran secreto a voces: que las heridas en las manos
valen más que cualquier título nobiliario.
Ahí fuera siguen los que tuvieron que cargar, como una droga cualquiera, con una mala reputación
los que no van a rendirse hasta ver el mundo
su mundo
arder.
Los que hacen de la madrugada un buzón de reclamaciones a la vida.
Ahí fuera
siguen
pintados de rojo con la sangre de cientos
ahí
fuera
siguen
con los cuernos de corretear tanta mentira.
y, como decía,
si ellos son el demonio
perdona que les diga
está claro que elegimos mal el bando.
porque, cada cuatro años, volvemos a meternos
obedientes, en su aserradero
y el mismo serrín de hacer con nosotros lo que quieren
es el que usan como confeti en sus fiestas
nuestras pieles tapizan sus deportivos
y ya no nos queda más que aceptar que somos
nuestra principal razón, causa, excusa y motivo
para ser tan, absurdamente
dóciles.
Pero ahí fuera siguen los hijos del hermano bastardo
escondidos en torno a sus hogueras
haciendo sonar sus tambores para recordarnos que estamos en guerra.
Los que cuentan el gran secreto a voces: que las heridas en las manos
valen más que cualquier título nobiliario.
Ahí fuera siguen los que tuvieron que cargar, como una droga cualquiera, con una mala reputación
los que no van a rendirse hasta ver el mundo
su mundo
arder.
Los que hacen de la madrugada un buzón de reclamaciones a la vida.
Ahí fuera
siguen
pintados de rojo con la sangre de cientos
ahí
fuera
siguen
con los cuernos de corretear tanta mentira.
y, como decía,
si ellos son el demonio
perdona que les diga
está claro que elegimos mal el bando.
Así que no lo olvides
la próxima vez que te cuenten como a un simple número
que dios los crea, sí
de acuerdo
pero ellos, nosotros
nosotros
somos los que podemos esquivarlos.
la próxima vez que te cuenten como a un simple número
que dios los crea, sí
de acuerdo
pero ellos, nosotros
nosotros
somos los que podemos esquivarlos.
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