miércoles, 27 de marzo de 2019

Raúl Soldi

 Un gran maestro de la pintura: entre el amor por el suburbio y las grandes cúpulas porteñas.


Cuando Raúl Soldi nació en la muy porteña calle Sarmiento, nadie imaginaba que ese nene se convertiría en uno de los grandes pintores argentinos del siglo XX. Cargó sus pinceles en las principales plazas artísticas de Europa y con ellos dejó una marca en las cúpulas de la Ciudad. En el 114° aniversario de su nacimiento, Google le rinde homenaje a Raúl Soldi, el hombre de suburbio que llegó al Teatro Colón.

Su padre y su madre estaban vinculados al mundo musical. Y su primera casa lindaba con un teatro. Por eso, el universo artístico (incluso su nombre, Raúl, está inspirado en la ópera "Los Hugonotes", de Giacomo Meyerbeer) fue un ámbito natural en el inicio de su vida. Él, que amaba la música y probó la poesía pero que se terminó inclinando por la pintura, viajó por primera vez a Europa a los 16 años. Perfeccionó sus pinceladas en Alemania e Italia, antes de regresar a la Argentina en 1933.


Raúl Soldi pintando la cúpula del Teatro Colón

Debió esperar varias décadas antes de darle forma a su obra más conocida, la cúpula del Teatro Colón. La pintura original, realizada por un artista francés, se deterioró en los años treinta. Durante tres décadas la cúpula lució deteriorada. Hasta que en los sesenta se planificó que no habría una restauración del original, sino que se realizaría una nueva pintura.
Su amigo Manuel Mujica Láinez lo recomendó para la tarea de darle un nuevo color al cielo del Colón. Y él emprendió el trabajo gustoso, con el recuerdo de su padre Ángel, que había tocado el violoncelo en la inauguración del teatro en 1908 con la ópera Aída.
La estructura abovedada fue un desafío adicional para Soldi, que tuvo dos meses para completar su obra de 320 metros cuadrados. "Está hecha de tirantes y yeso belga, que es muy antiguo y al fraguar forma una materia semejante a la madera. Ese es el secreto de su maravillosa acústica", sostiene el relato del pintor, publicado en la página oficial que reúne su obra.
Una década antes había puesto sus manos en la decoración de la Galería Santa Fe, ubicada en esa avenida entre Rodríguez Peña y Montevideo e inaugurada en 1954.
La cúpula de la Galería Santa Fe, decorada por Soldi en 1963

Sin embargo, Soldi prefería definirse como un hombre de los márgenes. Al cabo, a los 15 años había dejado la céntrica Sarmiento por una casa ubicada en la ascendente Villa Crespo, donde despuntaba el oficio artístico como titiritero. "La ciudad nunca me ha inspirado, lo mío tiene que ver con el suburbio, con esa franja de barrios y pueblitos que hay más allá del Riachuelo".
Llegó a Glew, "cuando todavía era un páramo desolado", gracias a la casa quinta que había comprado una de sus amigas. Carros y animales poblaban los caminos polvorientos que transitaba allí y que comenzó a retratar en una temporada de invierno. Conoció la capilla. Y nació otro desafío.
La Iglesia Santa Ana había sido construida en 1904. Pero los frescos decorativos llegaron recién en los años cincuenta, por la propuesta de Soldi. Fueron 23 veranos, según el recuento del propio artista, en los que las paredes se llenaron de motivos que mezclaban la vida de Santa Ana y escenas cotidianas del pueblo.

"Jerónimo (Kardec, el párroco del templo) me pagaba por cada mural que concluía con una gallina y una docena de huevos frescos. Fueron los veranos más felices de mi vida. Ansiaba que llegara el siguiente para seguir trabajando en la capilla", prosigue el relato en su página.
A pesar de la resistencia de algunos vecinos --querían que las paredes volvieran a estar pintadas de blanco--, se estrechó la relación entre el pintor y el pueblo. Él decía que había encontrado una "paz interior" en ese lugar. Y el patrimonio artístico de Glew se enriqueció con la donación de 60 obras y con el aporte de Soldi para la creación de una biblioteca.
Las escenas pueblerinas se repiten en varios de sus paisajes y se entreven en sus naturalezas vivas y en algunos de sus desnudos.
Antes de afrontar sus grandes obras Soldi, que en Europa se había ganado la vida como pintor de publicidades, trabajó como escenógrafo en Argentina Sono Film, un oficio que perfeccionó gracias a una beca de estudio en Estados Unidos, en 1940. Eran los años treinta, en los que trabajó con directores como Daniel Tinayre. "La paga era mensual, no por película. Trabajaba de siete a siete. Recién a la noche, entre la una y las cuatro de la mañana, encontraba tiempo para pintar mis cosas".
Tras su paso por Nueva York, hizo escenografías en el Teatro Colón, para obras como "La Boheme" y "Orfeo". Faltaba un tiempo para llegar a lo más alto de ese escenario lírico. También pintó  un mosaico destinado a la Fundación Favaloro.
Además, cuenta con obras en la Basílica de la Anunciación en Nazareth, en Israel, en la Galería de Arte Sagrado del Vaticano y la Galería de Arte Moderno de Milán, que tiene un autorretrato suyo. Soldi recibió premios en Argentina, México y Brasil. 
Nazareth (1969). Óleo

Entre agosto y octubre de 1992, una muestra en el Palais de Glace convocó a 250 mil personas, una cifra que quedó en los registros de las artes plásticas nacionales: la muestra individual de un argentino más visitada.
Dos años más tarde, el 21 de abril de 1992, murió a los 89 años en su casa de Núñez. Fue despedido en el Gran Hall Renacimiento del Museo de Arte Decorativo, con el acompañamiento de la melodía de cuatro solistas de la Camerata Bariloche y con la presencia de grandes personalidades, entre ellos el entonces presidente de la Nación.

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