Este artículo hace parte de la serie "Creadores Originales" de The Creators Project.
En la actualidad, puede que suene extraño cuando la música que bailas en el club comienza a sonar en restaurantes de comida rápida y en prácticamente todos los anuncios de televisión.
Es difícil de creer que alguna vez hubo un tiempo antes de la música electrónica, que hubo un momento en el que esta se consideró fresca, vanguardista, incluso controversial. Qu en algún momento fue un tipo de música experimental y aventurera, fundada por una comunidad muy unida de artistas y creadores de todo el mundo. Pero pasó, y en el corazón de esa comunidad había un pequeño grupo Alemán llamado Kraftwerk.
Utilizando componentes electrónicos, sintetizadores de primera generación e incluso la electricidad en sí misma como instrumento, la primera ola de experimentos electrónicos comenzó explorando un sonido y medios de producción completamente nuevos. En la década de 1950, la más académica y teórica de las escuelas florecientes de la investigación y desarrollo electro-acústico, inspirada por el concepto musique concrete (música concreta) de Pierre Schaeffer y practicada con entusiasmo por el compositor alemán Karlheinz Stockhausen, ya estaba abriendo el camino hacia una investigación científica del potencial de la música electrónica desde una perspectiva de música postclásica.
En la década de 1960, estas experimentaciones formales tomaron raíz con generaciones jóvenes de músicos alemanes que se reunían bajo la bandera "Krautrock". Este género compuesto abarcaba varias prácticas que mezclaban instrumentos tradicionales y electrónicos (principalmente, guitarras y teclados) en canciones experimentales, instrumentales y ambientales, evocando atmósferas brumosas, imponentes y alucinantes. Durante 1970, el Krautrock resultó interesante por su habilidad de traer la Elektronische Musik (música electrónica) a un nuevo nivel, su capacidad para cruzar fronteras entre lo underground y lo mainstream, lo experimental y lo pop, el rock y la electrónica.
Autobahn, 1974
En el núcleo de este movimiento alemán había dos figuras: Ralf Hütter y Florian Schneider. El par se conoció en un colegio de música en Düsseldorf y se asimilaron a sí mismos en la creciente escena de música experimental del país antes de formar alguna bandas de Krautrock propias (junto con algunos otros miembros que luego se separaron para formar Neu!). Tocaron con audio-bandas, grabadoras de 4 pistas y drum machines, y luego, en 1970, se instalaron en un proyecto impresionante que los lanzaría a la fama y los mantendrá ocupados hasta finales de los 2000: Kraftwerk
Sus primeros tres álbumes, grabados a principios de 1970, aún cargaban con una sensación bastante Krautrock, llena de largas y a veces extrañas canciones análogas ligeramente distorsionadas para el oído común. Sin embargo, la banda se desplaza lentamente hacia los sintetizadores, como la colección emergente de Moog y MiniMoog, y con estas nuevas herramientas se proponen cambiar el curso de la música pop. El avance vino con Autobahn (1973) y Radio-Activity(1975), los dos primeros álbumes donde el sonido característico de Kraftwerk empieza a volverse único. Es nuestro primer encuentro con las, ahora, agudas tonadas pegajosas del género electrónico, teclados fríos y sin vida y voces sin expresión escuchadas a través de un codificador de voz (tanto en inglés como en alemán, pero siempre con un acento alemán deliberado, fuerte e inconfundible, burlándose de las bandas alemanas que cantaban en un acento americano falso en un intento para disfrazar su origen).
Para finales de 1970, Kraftwerk, se podría decir, era una sensación internacional. Su éxito inmediato y ovación por parte de la crítica, fueron reforzados por la naturaleza progresiva de su música y sus distintas estéticas, las cuales permearon cada aspecto de sus personajes visuales, desde las portadas de sus álbumes hasta sus conciertos en vivo. Pronto, el grupo adoptó visuales que tomaban prestados elementos de movimientos artísticos de principios de la década de los años 20 como el suprematismo ruso, arte moderno y hasta realismo socialista.
Su amorío con robots y su propia metamorfosis en los avatares robóticos, son el soporte del álbum The Man-Machine (El Hombre-Máquina), inspirado por una idea filosófica del "hombre-máquina" que data del siglo 18 y retomado por filósofos continentales como Deleuze y Guattari (Anti-Edipo, publicado en 1972). Lo que no sabían era que el "Hombre-Máquina" se convertiría en la santa alianza y el principal patrón estético para describir a la música electrónica a partir de entonces, junto con visuales intermitentes provenientes de un computador y líneas digitales 0/1.
Kraftwerk en 1976
En 1981, su álbum Computer Tour le ganó a Kraftwerk reconocimiento y fama en todo el mundo. Incluso personas con el más remoto interés y apreciación de la música electrónica pueden en instantes reconocer a los robots en el escenario representando a Kraftwerk. Con el tiempo, estos actores mecánicos (que han cambiado su lineup inicial demasiadas veces como para mantener la cuenta) se han convertido en el famoso logo de "Lengua y Labios" de los sonidos electrónicos, y son, a pesar de su rostro frío y muerto, un testimonio de la importancia e influencia de Kraftwerk a lo largo de los años.
Esta estética visual no es sólo responsable por la manera en la que pensamos sobre esta banda o género en particular, sino que fue tan influyente que contribuyó a moldear la imagen completa del Berlín de 1980 que todos tenemos en mente cuando pensamos en las escenas de arte underground de Alemania.
Los principales logros del grupo, fuera de los éxitos como "Robots", "Radio-activity", "The Model", "Trans Europe Express" y otros, puede ser la manera en la que se hicieron cargo de un movimiento experimental e intelectual y lo convirtieron en un género pop y bailable. Kraftwerk es la razón por la que la música electrónica se volvió tan popular como el rock en la cultura juvenil.
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