Fragmento
INTRODUCCIÓN DEL EDITOR
Esta mañana paseaba lenta y reposadamente por un verde robledal mientras la luz rojiza y amarillenta del sol despuntaba en el horizonte. He recordado imágenes de la India, donde el año pasado algunos de nosotros nos reunimos con Thich Nhat Hanh para visitar los lugares donde Buda enseñó. En el trayecto hacia una cueva cercana a Bodh Gaya nos detuvimos en un campo rodeado de arrozales y recitamos este poema:
La Paz está en cada paso.
Este reluciente sol rojo es mi corazón.
Cada flor sonríe conmigo.
Qué verdes y frescos son estos campos.
Qué cálida es la brisa.
La paz está en cada paso.
Sigue la infinita senda de la alegría.
Estas líneas resumen la esencia del mensaje de Thich Nhat Hanh, alcanzar una paz no externa sino deseada interiormente. Es suficiente vivir con concentración, ir más despacio y disfrutar de cada paso y de cada aliento. La paz se hace presente a cada paso y, procediendo de este modo, bajo la huella de nuestros pies puede brotar una flor.
Conocí a Thich Nhat Hanh en 1982 a raíz de su participación en la conferencia Reverence for Live en Nueva York. Yo era uno de los primeros budistas americanos que él conoció, y se quedó fascinado al ver que yo vestía como los novicios y que tenía el mismo aspecto y en cierto modo actuaba igual que los monjes a los que él había adoctrinado en Vietnam durante dos décadas. Cuando Richard Baker-roshi, mi maestro, le invitó a que visitara nuestro centro de meditación en San Francisco el año siguiente, aceptó encantado y así empezó una nueva fase en la extraordinaria vida de este amable monje al que Baker-roshi caracterizó como «un cruce entre una nube, un caracol y una pieza de ingeniería pesada; una auténtica presencia religiosa».
Thich Nhat Hanh nació en el centro de Vietnam en 1926 y fue ordenado sacerdote budista en 1942 a la edad de dieciséis años. Ocho años más tarde fue uno de los fundadores del que iba a convertirse en el centro de estudios budistas más importante del sur de Vietnam, el An Quang Buddhist Institute.
En 1961 Thich Nhat Hanh vino a Estados Unidos a estudiar e impartir clases de religión comparada en las Universidades de Columbia y Princeton. En 1963 sus amigos monjes de Vietnam le telegrafiaron que regresara para apoyarles en su labor de detener la guerra que siguió a la caída del régimen opresor de Diem. Regresó inmediatamente y lideró uno de los movimientos de resistencia no violenta —fundamentado en los principios de Gandhi— más importantes del mundo.
En 1964, junto a un grupo de profesores universitarios y estudiantes, Thich Nhat Hanh fundó en Vietnam la Escuela de la Juventud para el Servicio Social —a la que la Prensa americana llamó el «pequeño batallón para la paz»—, cuyos jóvenes equipos se desplazaban a las zonas rurales para levantar escuelas y clínicas, y más tarde para reconstruir pueblos que habían sido bombardeados. Cuando cayó Saigón había más de 10.000 monjes, religiosas y jóvenes voluntarios sociales trabajando en esa labor. El mismo año colaboró en la creación de la que sería la editorial más importante del Vietnam, «La Boi Press». Thich Nhat Hanh, en sus libros y en sus decisiones como editor jefe de la publicación oficial de la Iglesia Budista Unificada, clamaba por la reconciliación de los sectores que luchaban en Vietnam, y sus escritos fueron censurados por los dos gobiernos enfrentados.
En 1966, a petición de los monjes que seguían sus pasos, aceptó la invitación del «Fellowship of Reconciliation and Cornell University» de viajar a Estados Unidos para «describir las aspiraciones y las agonías de las masas ignoradas del pueblo vietnamita» (New Yorker, 25 de junio de 1966). Tenía un apretado programa de charlas y reuniones privadas y habló enardecidamente a favor del alto el fuego y de una solución negociada. Martin Luther King Jr. quedó tan conmovido por Nhat Hanh y su propuesta de paz, que reivindicó para él el Premio Nobel de la Paz de 1967 con las siguientes palabras: «Nadie es más meritorio del Premio Nobel de la Paz que este amable monje vietnamita.» En gran medida, la notoriedad que más tarde adquirió King fue debida a la influencia de Thich Nhat Hanh, con el que participó en Chicago en una conferencia y una rueda de Prensa contra la guerra.
Cuando Thomas Merton, el archiconocido místico y monje católico, conoció a Thich Nhat Hanh en Getsemaní, su monasterio, cerca de Louisville, Kentucky, les dijo a sus estudiantes: «Solo la forma con que ha abierto la puerta y ha entrado en la habitación ya nos muestra su sabiduría. Es un auténtico monje.» Merton llegó a escribir un ensayo titulado «Nhat Hanh es mi hermano» en el que expresó un apasionado ruego de que se escucharan sus propuestas de paz y prestó su apoyo incondicional al alegato pacifista de Nhat Hanh. Tras importantes reuniones en Washington con los senadores Fullbright, Kennedy y con el secretario de Defensa MacNamara, entre otros, Thich Nhat Hanh viajó a Europa, donde se entrevistó con varios jefes de estado y autoridades de la Iglesia Católica y celebró dos audiencias con el papa Pablo VI en demanda de cooperación entre católicos y budistas para lograr la paz en Vietnam.
En 1969, a instancias de la Iglesia Budista Unificada de Vietnam, Thich Nhat Hanh constituyó la Delegación Budista para la paz que asistiría a la Conferencia para la Paz en París. Tras la firma de los acuerdos para la paz en 1973 le fue denegado el permiso para regresar a Vietnam y formó «Sweet Potato», una pequeña comunidad a unas cien millas al suroeste de París. Entre 1976 y 1977 Nhat Hanh participó en una operación para rescatar una embarcación de refugiados en el golfo de Siam que las hostilidades entre los gobiernos de Tailandia y Singapur hicieron fracasar. Durante los cinco años siguientes permaneció retirado en «Sweet Potato», meditando, leyendo, escribiendo, encuadernando libros, cuidando de su jardín y recibiendo visitas de vez en cuando.
En junio de 1982 Thich Nhat Hanh viajó a Nueva York y a finales de ese mismo año fundó «Plum Village», un gran centro de retiro rodeado de viñedos y campos de trigo, maíz y girasoles, cerca de Burdeos. En 1983 fue de nuevo a Norteamérica para fomentar retiros y lecturas inspiradas en una vida de concentración y responsabilidad social que «dotara de paz el momento que vivimos».
A pesar de que Thich Nhat Hanh no podía volver a su país natal, sus manuscritos y sus libros continuaban circulando ilegalmente por Vietnam. Su presencia se percibía también entre sus estudiantes y compañeros del mundo entero que trabajaban con ahínco intentando liberar al sufrido y desesperado pueblo de Vietnam, ayudando clandestinamente a familias hambrientas y haciendo campaña a favor de escritores, artistas, monjes y religiosas que estaban presos por sus creencias y su arte. También se ocupaban de refugiados amenazados de repatriación y enviaban ayuda espiritual a los refugiados de los campos de Tailandia ...
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