“Séptima poesía vertical”(1982), de Roberto Juarroz (1925—1995)
1
Usar la propia mano como almohada.
El cielo lo hace con sus nubes,
la tierra con sus terrones
y el árbol que cae
con su propio follaje.
Sólo así puede escucharse
la canción sin distancia,
la canción que no entra en el oído,
porque está en el oído,
la única canción que no se repite.
Todo hombre necesita
una canción intraducible.
58
Pensar en alguien desde lejos,
desde tan lejos como el mundo,
es convertirlo en títere pasmado
y pegarle una máscara sonámbula
que no conocerá
y que no podrá nunca despegarse.
El peligro de pensar en alguien desde lejos
es aumentar su peso de silencio en el abismo
y bloquear el revés de lo que piensa,
sin que él mismo se entere.
Pensar a la distancia
no evapora sus monstruos,
como lo hace el pensamiento sin distancia.
103
Siento que algo ha terminado.
No es la vida todavía.
No es tampoco el poema,
ni la canción que me derrota,
ni el terco sueño que ata al hombre,
ni el antisueño que nos salva de dios.
Debe de ser el ir hacia las cosas:
ya he aprendido a dejar que ellas vengan.
Debe ser la raya de sumar:
ya las cuentas no me sirven de nada.
Debe ser la esperanza alternativa
de ir voceando tu nombre por la muerte.
Siento que algo ha terminado.
Debe ser que algo empieza.
106
No nos mata un momento,
sino la falta de un momento.
No nos mata una sombra,
sino la ausencia aleatoria de una sombra,
perdida probablemente en un declive
de esta insensata eternidad despareja
No nos mata la falta de la vida,
sino el azar claroscuro
que se proyecta sobre una pantalla invisible.
No nos mata morir:
nos mata haber nacido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario