No tenía miedo a las dificultades: lo que la asustaba era la obligación de tener que escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros.
Todos los días Dios nos da un momento en que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El instante mágico es el momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia.
Cuando quieres realmente una cosa, todo el Universo conspira para ayudarte a conseguirla.
Cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos y por eso la vida vale la pena.
Cuando todos los días resultan iguales es porque el hombre ha dejado de percibir las cosas buenas que surgen en su vida cada vez que el sol cruza el cielo.
Cuando crezcas, descubrirás que ya defendiste mentiras, te engañaste a ti mismo o sufriste por tonterías. Si eres un buen guerrero, no te culparás por ello, pero tampoco dejarás que tus errores se repitan.
Todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos.
Algunas veces hay que decidirse entre una cosa a la que se está acostumbrado y otra que nos gustaría conocer.
Así debéis hacer vosotros: manteneos locos, pero comportaos como personas normales. Corred el riesgo de ser diferentes, pero aprended a hacerlo sin llamar la atención.
La magia es un puente que te permite ir del mundo visible hacia el invisible. Y aprender las lecciones de ambos mundos.
Hay en el mundo un lenguaje que todos comprenden: es el lenguaje del entusiasmo, de las cosas hechas con amor y con voluntad, en busca de aquello que se desea o en lo que se cree.
El que está acostumbrado a viajar, sabe que siempre es necesario partir algún día.
Las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para cambiar las cosas.
Existe un lenguaje que vamás allá de las palabras.
Morir mañana es tan bueno como morir cualquier otro día.
La vida no está hecha de deseos y sí de los actos de cada uno.
La calma absoluta no es la ley del océano. Lo mismo ocurre en el océano de la vida.
No todo en la vida es de un color o de otro. Miren sino el arco iris.
Paulo Coelho
No hay comentarios:
Publicar un comentario