Crees en las hadas? Aunque nunca hayas visto una, existen. Son pequeños seres luminosos que aparecen frecuentemente en los bosques profundos, las aguas de los arroyos, y los centenarios árboles.
Las hadas son seres fantásticos de la mismas características que los gnomos o los duentes que tendrían por misión la protección de la naturaleza.
Visualmente, se las suele representar, sobre todo en la actualidad, como mujeres jóvenes y hermosas dotadas de alas. Los disfraces de hadas disponibles en el mercado para consumo del público infantil, tan populares entre las niñas, reflejan esta estética de tules y brillos, alas transparentes y varitas mágicas en punta de estrella.
En Cantabria se las llama anjanas, entre las que están las Ijanas del Valle de Aras, cuya característica es que tienen pechos decomunales y son feas, pero pueden cambiar de apariencia a voluntad. Este mismo tipo de hadas se encuentra en la isla sueca de Gotland. En Galicia se llaman sacias, en Cataluña además de fada, se le llaman goljas y en Baleares Damas de aiguo. La mitología nórdica y la griega -encarnada en las ninfas y dríades de Homero y Ovidio- influyeron en el concepto que los primeros bardos se formaron de las hadas, pero andando el tiempo la influencia celta fue más determinante.
Ávalon o Avalón es el nombre de una isla legendaria de la mitología celta. Se ha dicho que palabra Ávalon es una adaptación de la palabra celta Annwyn, que designa al legendario reino de las hadas, pero, ya en el siglo XII, Geoffrey de Monmouth argumentaba que el nombre deriva de la traducción de "isla de las manzanas". Esto es altamente probable, debido a que, en el idioma bretón, manzana se dice aval, y en idioma galés se dice 'afal' (con la pronunciación de la "f" como "v").
Avalon es pues, el reino de Morgana, quien ejerce su poder rodeada de sus nueve hermanas hadas, que tienen el don de poder transformar su aspecto físico. Morgana misma puede transformarse en cuervo, o en corneja.
Avalón será pues la morada a la que el hada Morgana lleva a su hermano el rey Arturo mortalmente herido en la batalla de Camlann, para mantenerlo "dormido" hasta que los tiempos permitan su regreso al mundo de los mortales.
En las tradiciones medievales, los relatos las vinculan a hechizos y encantamientos. Las hadas tenían un saber que les permitía conservarse jóvenes y bellas, cuando no atesorar grandes riquezas.
EL ORIGEN DE LA PALABRA "HADA"
Al igual que la mayoría de las palabras de nuestra lengua, la palabra “hada” viene del latín. Generalmente se acepta que viene de fatum, en su forma plural fata, que significa oráculo, designando así el destino, el hado, el futuro. De fata a hada no es muy difícil rastrear su evolución. Primero evolucionó la t que, como el resto de las oclusivas sordas (p, t, k), en posición intervocálica cambió a su forma sonora d (b, d, g), quedando la palabra “fada”.
En los primeros textos medievales en lengua castellana ésta era la forma que aparecía, fada, como confirma el Rimado de Palacio, algunos textos de Juan Ruiz, el Apolonio, etc. En ellos esta palabra no significaba lo que ahora significa, sino que la palabra fada respondía al significado de “suerte, destino”, más apegado a su origen fatum (oráculo, destino, fatalidad, hado).
De fada a hada pasó por la aspiración de la f inicial latina. Más tarde esta aspiración se perdió, quedando así el sonido [ada]. En castellano dejamos signo gráfico de su pérdida poniéndole una h-, para que se supiera que venía de esa f-, aunque ya no sonara. Desde un punto de vista etimológico su evolución sería: fata > fada > hada.
En latín fata, además de oráculo, tenía otro significado, que explica mejor por qué a las hadas se les llama así. Fata era otro modo de llamar a las Parcas. Las Parcas eran divinidades del destino, tres hermanas a las que se representaba como hilanderas y que limitaban a su antojo la vida de los hombres. Recibían el apodo de Tria Fata, las tres Hadas (Nona, Decima y Morta). Una presidía el nacimiento, otra el matrimonio y la tercera la muerte. Las Parcas presidían los nacimientos y decidían sobre el destino del niño.
Los romanos tomaron la idea de la Tria Fata de las Moiras griegas, de las que adoptaron todas sus características. También eran tres, Cloto, Láquesis y Átropo, y velaban en un palacio cercano al Olimpo por el desarrollo de la vida de los hombres. En un principio para los griegos todo humano tenía su moira, su parte de vida, de suerte, pero con el tiempo se convirtieron en divinidades, y fue a partir de la epopeya homérica (La Ilíada) cuando quedaron establecidas las tres como reguladoras de nuestras vida: Cloto hilaba, simbolizando el curso de nuestra existencia; Láquesis enrollaba, transcurriendo así la vida del individuo; y cuando Átropo cortaba el hilo acababa nuestra vida.
En cuanto a la palabra “hada”, se rastrea un mismo origen en el resto de las lenguas europeas. Todas tomaron la misma raíz para designar a estos seres. Comparten una misma idea y un origen común, lo que nos da una idea de la universalidad de las hadas.
La palabra francesa “fée” procede también del latín fatae. Según cuentan por ahí, cuando los romanos decidieron que Roma era poco para ellos y decidieron extenderse por Europa (que por aquellos entonces no se llamaba Europa), llegaron a las Galias y las llevaron con ellas. La presencia de las hadas es muy importante en el folclore francés. A nuestro país vecino le debemos la primera versión escrita sobre Melusina, una de las hadas más conocida por todas las culturas.
Tiempo después, y ya dominada las Galias, los romanos continuaron su dominio por Europa e invadieron Inglaterra. Cuentan también que tampoco esta vez las olvidaron, y las fées francesas acompañaron a los soldados. Del francés “fée” surgió por evolución la palabra que usan los ingleses para designarlas. Primero crearon “fay” y posteriormente “fairy”, en plural “fayries”, como se les conoce actualmente. También los ingleses dedicaron muchas páginas a las hadas, y si no recordemos todo el ciclo artúrico y a Morgan La Fay, que rescató o secuestró, según se interprete, al rey Arturo.
No sólo el avance romano es responsable de la extensión de la palabra “hada”, tampoco hay que olvidar el papel relevante que jugaron las Cruzadas en la historia europea. Con las Cruzadas también se introdujeron en Europa las ideas predominantes en Oriente acerca de los seres fantásticos, formando una literatura del Reino de las Hadas que llegó incluso a constituir un género poético especial.
El punto de discusión en este aspecto surge en el estudio de la etimología de esta palabra. Algunos defienden que puede provenir de fata, como forma plural neutra de fatum (que al ser neutro recalcaría la esencia etérea de estos seres), mientras que para otros vendría de fatae, recalcando su forma femenina.
Para mí, al margen de esta polémica, lo verdaderamente importante es que viene del latín y que distintas lenguas comparten un mismo origen, creando una especie de unión entre todas las lenguas. De fata o fatae proviene hada en castellano, fata en italiano, en portugués fada, en francés fée, en alemán fee y en inglés fay, más tarde fairy. La tradición no sólo ha mantenido su significado, sino que además compartimos su etimología.
En cuanto a su aparición en los textos castellanos, desde los primeros textos medievales se rastrea el significado de “fada”, pero no con el significado actual, sino con el sentido de “destino”. También se usaba en esta época aplicado a las Parcas, como personificación femenina del Hado. En los libros de caballerías era un término muy usado y, según Corominas, con el sentido de hechiceras. En los libros de caballería las “fadas” eran seres femeninos sobrenaturales que intervenían en la vida de los hombres. Pues sí, nuestras primeras “fadas” literarias eran hechiceras. En ocasiones, como puede contarnos la hada Morgana, en los textos medievales no estaba tan claro el límite entre las hadas y las brujas.
Y aunque hoy en día parece que hemos llegado al acuerdo de que las hadas son buenas y las brujas malas, nuestros lingüistas tampoco parecen tenerlo claro.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define hada como “ser fantástico que se representaba bajo la forma de mujer, a quien se atribuía poder mágico y el don de adivinar el futuro”. Pero, ¿no son acaso las brujas las que adivinan el futuro?
Y no son los únicos. La Enciclopedia Universal Ilustrada Espasa recoge como segunda acepción de hada el significado de “mujer hechicera que encanta o seduce por su talento, su belleza, su gracia, etc.” Pero, ¿las hechiceras no son las brujas?
En la actualidad se ha extendido el uso de la palabra “hada” para designar a un cuento fantástico. Así se denomina “cuento de hadas” a cualquier relato cuyo protagonista sea un ser imaginado.
Algunos autores rechazan la palabra “hada” porque se ha convertido en una palabra comodín, es válida para todo. Yo usaré la palabra “hada”, me gusta. Me recuerda el mundo de la infancia, de la fantasía, de las pequeñas bromas y mentiras, como les gusta a estos seres. Otras acepciones como “el mundo féerico” (de fée, hada en francés), “el mundo élfico”, “el Otro Mundo” o “el País de la Eterna Juventud”, no son más que sucedáneos. Yo hablaré del País de las Hadas, de estos seres mágicos, etéreos, femeninos, que viven en un mundo paralelo al nuestro, o incluso en nuestro propio mundo, y que tienen unas características peculiares.
¿DE DÓNDE VIENEN LAS HADAS?
Son varias las teorías sobre el origen de las hadas, y muy dispares, pero todas coinciden en un punto común: la relación de las hadas con la naturaleza.
Para los celtas, que fueron los primeros pueblos que se instalaron en la Europa centro-meridional en torno al siglo V a.C., y para los eslavos, las hadas descienden de los ángeles rebeldes que, cuando fueron arrojadas del cielo, se refugiaron en el mar, en el aire, en los montes y ríos. Los irlandeses lo tienen claro, Dios expulsó a estos ángeles caídos debido a su orgullo (al orgullo de los ángeles, no al de Dios, que quede claro).
Otra teoría defiende que las hadas descienden de una antigua tribu nórdica de la Edad de Bronce, que fue vencida y oprimida por los celtas y, tras ser derrotadas, se escondieron en colinas, montes, ríos y cuevas.
Algunas creencias populares todavía mantienen que estos seres son los más antiguos del planeta, una raza primitiva, que nacieron antes de que se formaran las montañas o los mares. Cuando se crearon los montes, los árboles, los mares y los ríos, todos anteriores a la creación humana, las hadas se refugiaron en la naturaleza, vieron cómo ésta crecía y en ella se quedaron. Posteriormente, ante el avance del ser humano, estos seres se ocultaron en cuevas y marismas.
Una teoría curiosa viene a relacionar las hadas con los megalitos. Según cuentan los bretones, los Korred, otros habitantes del mundo de las hadas, intervinieron en la construcción de los dólmenes. Los Korred, que tenían una enorme fuerza, acarrearon las enormes piedras a sus espaldas y luego las agruparon en círculos. Luego se escondieron en cuevas bajo esas piedras. En Francia, por ejemplo, entre los nombres con que denominan a los menhires y dólmenes aparecen Roca de las Hadas, Piedra de las Hadas, Gruta de las Hadas, dejando constancia del supuesto origen de los menhires. A veces culpan a las hadas del desprendimiento de piedras, pues según ellos las hadas las llevan en sus faldas y luego las arrojan, provocando el desprendimiento.
Otra teoría sostiene que el origen de las hadas estaba en la antigua Roma, donde tenían poderes proféticos, y cuando los romanos decidieron conquistar el resto de Europa las hadas decidieron acompañarlos. A medida que ellos se iban instalando en los distintos pueblos europeos, ellas iban con ellos, y de aquí la coincidencia etimológica entre los distintos pueblos. Algunas teorías sostienen que las hadas no pasaron a Grecia porque ya estaban allí instaladas las dríades y las ninfas, es decir, ya tenían sus propias hadas.
Relacionada con el mundo de los dioses, otra teoría explica que las hadas en su origen fueron antiguas divinidades y héroes que se desvanecieron al instituirse los nuevos dioses. En relación con esta creencia en Irlanda se les trata como si fueran divinidades, ofreciéndoles dones para tenerlas favorables.
Una línea importante apunta que las hadas proceden de los muertos, aunque varía la procedencia del alma.
Para algunos las hadas son almas de los druidas que murieron. Los druidas eran los sacerdotes y los profetas de los antiguos celtas que habitaron la Galia y las islas británicas desde el siglo II a.C. hasta el II d. C. Los druidas estaban muy instruidos en temas como la astrología, la magia y las cualidades de plantes y animales. En Astérix y Obélix el druida era el viejecito con barba que hacía las pócimas con plantas y animales que ayudaba siempre a los galos. Según esta teoría, las hadas son las almas de los druidas, lo que explica su contacto y conocimiento de la naturaleza. Se cuenta también que las Korrigan son nietas de las nueve sagradas druidas femeninas de la antigua Grecia.
Otros pueblos coinciden en relacionar las hadas con la muerte, pero en este caso defienden que las hadas son las almas de los niños muertos que no habían recibido el bautismo. En Cornualles dicen que las almas de estos niños no bautizados se llamaban Piskies y aparecían en el crepúsculo en forma de pequeñas mariposas blancas. Para otros son las almas de los muertos paganos que murieron antes del Cristianismo.
Ninguna de estas teorías me convence, aunque me gusta pensar que son las almas de los niños muertos, porque si analizamos su conducta hay muchas coincidencias entre el mundo de las hadas y el de los niños. Pero mi razón me dicta algo diferente: casi me atrevería a sugerir que las hadas surgen de la necesidad del hombre por no sentirse solo, sobre todo en un mundo desconocido como es la naturaleza. La naturaleza, aunque formamos parte de ella, nos desborda y aturde. Recordemos cómo uno de los sitios preferidos de las historias de terror son los bosques, llenos de sonidos que no conocemos, sombras que se proyectan, luces y reflejos del sol distorsionados, rumor de hojas, y ante este temor el hombre crea sus propias imágenes, inventa sus habitantes y, a la vez que los teme, les pide ayuda.
¿EXISTE EL PAÍS DE LAS HADAS?
Al principio de los tiempos, los hombres y las hadas compartían un mismo medio. Luego llegaron los avances técnicos, la civilización, el ruido y las carreteras. Poco a poco el hombre se fue alejando de la naturaleza, y también de las hadas, que se vieron obligadas a refugiarse en otros lugares. Así, unas asentaron sus reinos bajos las colinas o dentro de cuevas, otras construyeron palacios de cristal bajo los ríos o en el interior de los océanos, otras se escondieron en las fuentes, otras entre los bosques, separando su mundo del de los hombres y rompiendo paulatinamente toda comunicación.
No tuvieron mal gusto las hadas para ir a refugiarse, pues escogieron el norte de Europa, sobre todo las costas y lagos escoceses, las colinas irlandesas, los bosques daneses, incluso zonas del norte de Francia. Con esto no quiero decir que no las podamos encontrar en otros lugares, sólo que la mayoría de los relatos de hadas se sitúan en estas zonas.
No faltan los testimonios que aseguran la existencia del País de las Hadas. Frente a las costas de Gales, cuentan los marineros que existe un reino famoso por sus palacios de cristal, conocido como la Isla de Cristal. Este lugar de gran belleza dicen que sólo se puede apreciar desde los barcos, porque su visión aparece y desaparece entre la niebla.
En muchos relatos la localización queda mucho menos definida. En algunas zonas de Irlanda se asegura que, en ocasiones, una neblina oculta ciertas zonas del bosque y, si uno se fija con atención, puede estar asistiendo a un cortejo de hadas, presenciando su desfile, especialmente algunos días del año, como la Noche de San Juan. Esa noche abundantes testimonios afirman que han presenciado una cabalgata. Primero escucharon las músicas de los festejos, detrás un séquito de caballos pasaba ante sus ojos y, a través de la neblina, veían a estos seres que aparecían y desaparecían, todo rodeado de una luz muy suave. De repente la neblina se disipaba y estas imágenes desaparecían de la misma manera que aparecieron.
Otros relatos vienen a insistir, sin embargo, en la existencia de un mundo paralelo al nuestro, como si hubiera otro mundo en nuestro propio mundo, pero en otra dimensión. En estas narraciones se cuenta cómo un ser mágico le pide a un mortal que lo siga y éste obedece. Empiezan a cruzar las calles del pueblo, pero de pronto, y ante la sorpresa del mortal, se encuentra en lugar desconocido, en el que nunca había estado antes.
Pero hay un lugar, la Isla de Avalon, donde muchos relatos insisten que se encuentra el País de las Hadas. Avalon, en galés Avallach, significa tierra de las manzanas. En gran cantidad de leyendas célticas, y en especial las artúricas, era una isla mítica. Para los celtas ésta era una isla paradisiaca, sobrenatural, invisible para los ojos de los mortales, donde no había llegado aún la tradición cristiana y en la que los sacerdotes eran especialistas en artes curativas y mágicas. En la isla de Avalon, o isla de las manzanas, no existía el tiempo, la enfermedad, el frío, el sufrimiento o el dolor.
Las manzanas simbolizaban la eterna juventud y el lugar que aguardaba a los héroes, por eso éste fue el sitio elegido por el rey Arturo como residencia y al que llegó mortalmente herido antes de morir. También cuenta la tradición que en este lugar se encuentra el cuerpo incorrupto de José de Arimatea, que llegó allí con el Santo Grial.
La isla de Avalon es la isla de las hadas; la isla donde se refugió Morgana huyendo de la corte; la isla en la que se forjó Excalibur, la espada del rey Arturo; la isla en la que vivía Elaine de Corbenic, la madre de Galahad, único caballero que alcanzó la posesión del Grial, y donde también vivía Nínive, encargada de educar a Lanzarote. Allí llegó Arturo mortalmente herido, y allí lo recibieron las tres mujeres, llorosas y vestidas de negro, que le hicieron los honores. Allí, el lugar mítico del País de las Hadas.
Sea este lugar o cualquier otro, las crónicas, relatos y leyendas coinciden en describirlo como un sitio parecido al nuestro, con islas, bosques, mares, lagos, fuentes, colinas, cuevas, pero habitados por seres con apariencia humana con reglas y poderes diferentes. A estos seres con apariencia humana y que no lo eran, coincidieron en llamarlos hadas o ninfas, duendes o elfos, o simplemente “ellos”, y al lugar lo llamaron “El País de la Eterna Juventud”, “el Reino de las Hadas” o “el Otro Mundo”. También contaron que allí descubrieron a humanos, niños y mujeres que habían sido raptados, niños que por curiosidad habían llegado allí, gaiteros que los acompañaban con la música, hombres atraídos por las bellas mujeres.
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