Marguerite Cleenewerck de Crayencour
(Bruselas, Bélgica; 8 de junio de 1903 - Mount Desert Island, Estados Unidos; 17 de diciembre de 1987), conocida como Marguerite Yourcenar (siendo Yourcenar casi un anagrama de Crayencour), fue una novelista, poetisa, dramaturga y traductora francesa.
Primeros años
Marguerite Cleenewerck de Crayencour nació en Bruselas (Bélgica) y fue educada por su padre en una finca en el norte de Francia. Su madre murió a los 10 días de su nacimiento por complicaciones en el parto. Su padre provenía de una familia aristocrática francesa y su madre era belga. Se crió en la casa de su abuela paterna. Yourcenar leía a Racine y a Aristófanes a la edad de ocho años. Su padre le enseñó latín a los 10 y griego clásico a los 12.
Carrera literaria
A partir de 1919, abandona su nombre de pila y empieza a firmar como Marguerite Yourcenar. Su primera novela Alexis fue publicada en 1929. Su mejor amiga en ese momento, una traductora llamada Grace Frick, la invita a Estados Unidos, donde dará clases de Literatura comparada en la ciudad de Nueva York. Yourcenar era bisexual[1] y ella y Frick se harán amantes en 1937 y seguirán juntas hasta la muerte de Frick en 1979 a consecuencia de un cáncer de mama.[2] .
Tradujo al francés Las olas de Virginia Woolf, en 1937, Lo que Maisie sabía, de Henry James, en 1947 y a Yukio Mishima.
En 1951 publica en Francia, la novela Memorias de Adriano (en francés Mémoires d'Hadrien), en la que estuvo trabajando durante una década. La novela fue un éxito inmediato y tuvo una gran acogida por parte de la crítica.
En Memorias de Adriano, Yourcenar recrea la vida y muerte de una de las figuras más importantes del mundo antiguo, el emperador romano Adriano. La obra está escrita a modo de larga carta del emperador a Marco Aurelio, su sucesor e hijo adoptivo. Adriano explica su pasado, describiendo sus triunfos, su amor por Antínoo y su filosofía. Memorias de Adriano fue una novela pionera, que ha servido de influencia en la posterior novelística histórica, convirtiéndose en una obra maestra moderna.
Fue la primera mujer elegida miembro de la Academia francesa en 1980, aunque desde 1970 ya pertenecía a la Academia belga. Una de las más respetadas escritoras en lengua francesa, tras el éxito de Memorias de Adriano, siguió publicando novela, ensayo, poesía y tres volúmenes de memorias
Yourcenar vivió la mayor parte de su vida en su casa Petite Plaisance en Mount Desert Island en el estado de Maine. La casa es ahora un museo dedicado a su memoria.
La sabiduría, en todas sus formas, es una búsqueda constante de los personajes yourcenarianos. Búsqueda que habitará a la autora desde sus tempranos años. Búsqueda que muchos de sus lectores han hecho suya. En este sentido, el pensamiento místico oriental propone innumerables posibilidades: la idea de la conciliación de los contrarios, en el budismo zen («La luz existe en la oscuridad, la oscuridad existe en la luz»); la idea del brahmanismo según la cual los demonios y los dioses cohabitan en el ser humano. La percepción taoísta de la vida y la muerte como etapas sucesivas. El pensamiento yourcenariano no excluye: integra.
La carta de navegación de las corrientes místicas orientales de Marguerite Yourcenar está constituida por el taoísmo, el confucionismo, el hinduismo, el budismo. A esta configuración mística oriental opondrá ella lo que suele denominar «las Tres Imposturas»: el cristianismo, el judaísmo y el islamismo.
En una serie de entrevistas concedidas a Matthieu Galey, Con los ojos abiertos (1980), afirma Yourcenar:
Tengo varias religiones, como tengo varias patrias, de manera que en cierto sentido no pertenezco quizás a ninguna. No pienso por cierto en renegar del Hombre que ha dicho que aquellos que tengan hambre de fe y de justicia serán saciados (en otro mundo, con seguridad, porque en el nuestro no es verdad), pero menos renuncio a la sabiduría taoísta, parecida a un agua límpida, unas veces clara, otras oscura, bajo la cual se descubre el trasfondo de las cosas. Estoy agradecida por lo precioso que me han enseñado sobre mí misma, y en la medida en que he emprendido y proseguido el estudio, al tantrismo, y a sus métodos casi fisiológicos para despertar las fuerzas del espíritu y del cuerpo, y al zen, esa espada centelleante. Sobre todo, permanezco profundamente ligada al conocimiento budista, estudiado a través de diferentes escuelas que, como las diferentes sectas cristianas, me parecen menos contradecirse que completarse.
No sólo su compasión por todo ser viviente amplía nuestras nociones, muchas veces mezquinas, de la caridad; no sólo, como los presocráticos, vuelve a poner al hombre, pasajero, en un universo que pasa, sino que además, como Sócrates (y confiándose, por supuesto), nos pone en guardia contra las especulaciones metafísicas ambiciosas, para incitarnos, sobre todo a conocernos mejor y, como las filosofías modernas consideradas más audaces, insiste en la necesidad de depender sólo de nosotros mismos: «Sed una lámpara para vosotros mismos...»5.
Marguerite Yourcenar y gran número de sus personajes se guían a lo largo de su existencia por los cuatro votos budistas que resumen una sabiduría muy antigua:
Los cuatro votos budistas que, en efecto, me he recitado con frecuencia en el curso de mi vida, dudo en volver a decirlos en este momento delante de usted, porque un voto es una plegaria, y más secreto aun que una plegaria [...] Simplificando: se trata de luchar contra las malas inclinaciones; dedicarse hasta el fin al estudio; perfeccionarse en la medida de lo posible, y por fin por numerosas que sean las criaturas que vagan en la extensión de los tres mundos, es decir en el universo, trabajar para salvarlas. De la conciencia moral al conocimiento intelectual, del perfeccionamiento de sí al amor de los demás, y a la compasión por ellos, todo está allí, me parece, en ese viejo texto que tiene alrededor de 26 siglos 6.
Bibliografía:
El jardín de las quimeras (Le jardin des chimères) (1921) poemas
Los dioses no han muerto (Les dieux ne sont pas morts) (1922) poemas
Alexis o el tratado del inútil combate (Alexis ou le traité du vain combat) (1929) novela
La nueva Eurídice (La nouvelle Eurydice) (1931)[3]
El denario del sueño (1934) novela
Fuegos (Feux) (1936) poema en prosa
Los sueños y las suertes (Les songes et les sorts) (1938)
Cuentos orientales (Nouvelles orientales) (1938)
El tiro de gracia (Le coup de grâce) (1939)
Memorias de Adriano (Mémoires d'Hadrien) (1951) novela, traducida al español por Julio Cortázar entre otros.
Electra o la caída de las máscaras (Électre ou la chute des masques) (1954)
Las caridades de Alcipo (Les charités d'Alcippe) (1956)
A beneficio de inventario (1962) (ensayos)
Opus Nigrum (L'Œuvre au noir), Prix Femina (1968)
Teatro I' y 'Teatro II' (1971) (obras teatrales)
Recordatorios (1973) (primera parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo)
Recuerdos piadosos (Souvenirs pieux) (1974)
Archivos del norte(Archives du Nord) (1977) (segunda parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo)
El cerebro negro de la Piranèse(Le cerveau noir de Piranèse) (ensayo) (1979)
Mishima o la visión del vacío (Mishima ou la vision du vide)(1980) (ensayo)
Un hombre oscuro (Un homme obscur) (1981)
Ana, Soror (1981)
Como el agua que fluye (1982)
El tiempo, gran escultor (Le temps, ce grand sculpteur)(1983) (ensayos)
¿Qué? La eternidad (Quoi? L'Éternité) (1988) (tercera parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo publicada póstumamente; inacabada)
Peregrina y extranjera (1989) (recopilación póstuma de ensayos)
(Bruselas, Bélgica; 8 de junio de 1903 - Mount Desert Island, Estados Unidos; 17 de diciembre de 1987), conocida como Marguerite Yourcenar (siendo Yourcenar casi un anagrama de Crayencour), fue una novelista, poetisa, dramaturga y traductora francesa.
Primeros años
Marguerite Cleenewerck de Crayencour nació en Bruselas (Bélgica) y fue educada por su padre en una finca en el norte de Francia. Su madre murió a los 10 días de su nacimiento por complicaciones en el parto. Su padre provenía de una familia aristocrática francesa y su madre era belga. Se crió en la casa de su abuela paterna. Yourcenar leía a Racine y a Aristófanes a la edad de ocho años. Su padre le enseñó latín a los 10 y griego clásico a los 12.
Carrera literaria
A partir de 1919, abandona su nombre de pila y empieza a firmar como Marguerite Yourcenar. Su primera novela Alexis fue publicada en 1929. Su mejor amiga en ese momento, una traductora llamada Grace Frick, la invita a Estados Unidos, donde dará clases de Literatura comparada en la ciudad de Nueva York. Yourcenar era bisexual[1] y ella y Frick se harán amantes en 1937 y seguirán juntas hasta la muerte de Frick en 1979 a consecuencia de un cáncer de mama.[2] .
Tradujo al francés Las olas de Virginia Woolf, en 1937, Lo que Maisie sabía, de Henry James, en 1947 y a Yukio Mishima.
En 1951 publica en Francia, la novela Memorias de Adriano (en francés Mémoires d'Hadrien), en la que estuvo trabajando durante una década. La novela fue un éxito inmediato y tuvo una gran acogida por parte de la crítica.
En Memorias de Adriano, Yourcenar recrea la vida y muerte de una de las figuras más importantes del mundo antiguo, el emperador romano Adriano. La obra está escrita a modo de larga carta del emperador a Marco Aurelio, su sucesor e hijo adoptivo. Adriano explica su pasado, describiendo sus triunfos, su amor por Antínoo y su filosofía. Memorias de Adriano fue una novela pionera, que ha servido de influencia en la posterior novelística histórica, convirtiéndose en una obra maestra moderna.
Fue la primera mujer elegida miembro de la Academia francesa en 1980, aunque desde 1970 ya pertenecía a la Academia belga. Una de las más respetadas escritoras en lengua francesa, tras el éxito de Memorias de Adriano, siguió publicando novela, ensayo, poesía y tres volúmenes de memorias
Yourcenar vivió la mayor parte de su vida en su casa Petite Plaisance en Mount Desert Island en el estado de Maine. La casa es ahora un museo dedicado a su memoria.
La sabiduría, en todas sus formas, es una búsqueda constante de los personajes yourcenarianos. Búsqueda que habitará a la autora desde sus tempranos años. Búsqueda que muchos de sus lectores han hecho suya. En este sentido, el pensamiento místico oriental propone innumerables posibilidades: la idea de la conciliación de los contrarios, en el budismo zen («La luz existe en la oscuridad, la oscuridad existe en la luz»); la idea del brahmanismo según la cual los demonios y los dioses cohabitan en el ser humano. La percepción taoísta de la vida y la muerte como etapas sucesivas. El pensamiento yourcenariano no excluye: integra.
La carta de navegación de las corrientes místicas orientales de Marguerite Yourcenar está constituida por el taoísmo, el confucionismo, el hinduismo, el budismo. A esta configuración mística oriental opondrá ella lo que suele denominar «las Tres Imposturas»: el cristianismo, el judaísmo y el islamismo.
En una serie de entrevistas concedidas a Matthieu Galey, Con los ojos abiertos (1980), afirma Yourcenar:
Tengo varias religiones, como tengo varias patrias, de manera que en cierto sentido no pertenezco quizás a ninguna. No pienso por cierto en renegar del Hombre que ha dicho que aquellos que tengan hambre de fe y de justicia serán saciados (en otro mundo, con seguridad, porque en el nuestro no es verdad), pero menos renuncio a la sabiduría taoísta, parecida a un agua límpida, unas veces clara, otras oscura, bajo la cual se descubre el trasfondo de las cosas. Estoy agradecida por lo precioso que me han enseñado sobre mí misma, y en la medida en que he emprendido y proseguido el estudio, al tantrismo, y a sus métodos casi fisiológicos para despertar las fuerzas del espíritu y del cuerpo, y al zen, esa espada centelleante. Sobre todo, permanezco profundamente ligada al conocimiento budista, estudiado a través de diferentes escuelas que, como las diferentes sectas cristianas, me parecen menos contradecirse que completarse.
No sólo su compasión por todo ser viviente amplía nuestras nociones, muchas veces mezquinas, de la caridad; no sólo, como los presocráticos, vuelve a poner al hombre, pasajero, en un universo que pasa, sino que además, como Sócrates (y confiándose, por supuesto), nos pone en guardia contra las especulaciones metafísicas ambiciosas, para incitarnos, sobre todo a conocernos mejor y, como las filosofías modernas consideradas más audaces, insiste en la necesidad de depender sólo de nosotros mismos: «Sed una lámpara para vosotros mismos...»5.
Marguerite Yourcenar y gran número de sus personajes se guían a lo largo de su existencia por los cuatro votos budistas que resumen una sabiduría muy antigua:
Los cuatro votos budistas que, en efecto, me he recitado con frecuencia en el curso de mi vida, dudo en volver a decirlos en este momento delante de usted, porque un voto es una plegaria, y más secreto aun que una plegaria [...] Simplificando: se trata de luchar contra las malas inclinaciones; dedicarse hasta el fin al estudio; perfeccionarse en la medida de lo posible, y por fin por numerosas que sean las criaturas que vagan en la extensión de los tres mundos, es decir en el universo, trabajar para salvarlas. De la conciencia moral al conocimiento intelectual, del perfeccionamiento de sí al amor de los demás, y a la compasión por ellos, todo está allí, me parece, en ese viejo texto que tiene alrededor de 26 siglos 6.
Bibliografía:
El jardín de las quimeras (Le jardin des chimères) (1921) poemas
Los dioses no han muerto (Les dieux ne sont pas morts) (1922) poemas
Alexis o el tratado del inútil combate (Alexis ou le traité du vain combat) (1929) novela
La nueva Eurídice (La nouvelle Eurydice) (1931)[3]
El denario del sueño (1934) novela
Fuegos (Feux) (1936) poema en prosa
Los sueños y las suertes (Les songes et les sorts) (1938)
Cuentos orientales (Nouvelles orientales) (1938)
El tiro de gracia (Le coup de grâce) (1939)
Memorias de Adriano (Mémoires d'Hadrien) (1951) novela, traducida al español por Julio Cortázar entre otros.
Electra o la caída de las máscaras (Électre ou la chute des masques) (1954)
Las caridades de Alcipo (Les charités d'Alcippe) (1956)
A beneficio de inventario (1962) (ensayos)
Opus Nigrum (L'Œuvre au noir), Prix Femina (1968)
Teatro I' y 'Teatro II' (1971) (obras teatrales)
Recordatorios (1973) (primera parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo)
Recuerdos piadosos (Souvenirs pieux) (1974)
Archivos del norte(Archives du Nord) (1977) (segunda parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo)
El cerebro negro de la Piranèse(Le cerveau noir de Piranèse) (ensayo) (1979)
Mishima o la visión del vacío (Mishima ou la vision du vide)(1980) (ensayo)
Un hombre oscuro (Un homme obscur) (1981)
Ana, Soror (1981)
Como el agua que fluye (1982)
El tiempo, gran escultor (Le temps, ce grand sculpteur)(1983) (ensayos)
¿Qué? La eternidad (Quoi? L'Éternité) (1988) (tercera parte de la trilogía familiar El laberinto del mundo publicada póstumamente; inacabada)
Peregrina y extranjera (1989) (recopilación póstuma de ensayos)
muy bueno que sea ese libro o poema
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