NOS VEMOS
No te dije adiós… porque nunca supe cómo.
Porque hay despedidas que no caben en la garganta, ni en los rituales, ni en los pésames, ni en las flores marchitas.
No te dije adiós porque tu ausencia no me suena a final, me suena a pausa.
A una esquina del tiempo donde quizás, si tengo suerte, nos volvamos a cruzar.
Desde que te fuiste, aprendí que hay presencias que no necesitan cuerpo,
y que hay abrazos que viven dentro,
como fuegos encendidos en los pasillos más oscuros del alma.
Te busqué en el cielo… y te encontré en mí.
En la forma en que miro, en los silencios que se alargan, en las lágrimas que no me piden permiso.
A veces creo verte entre la gente,
en un gesto, una palabra, una canción que suena justo cuando más te pienso.
Y sé que no es coincidencia. Es tu manera de decirme: “no me fui… solo cambié de lugar”.
A veces me dan ganas de llamarte,
contarte lo que me pasa, reírnos como antes.
Pero entonces cierro los ojos, y me hablas tú.
Y en ese instante, la muerte se me vuelve chiquita, se me vuelve camino, mis pasos de vida que me dirigen hacia ti..
Y aunque sigo llorando igual, hoy te honro.
Te planto como raíz en cada cosa que hago.
Y cada paso que doy es un eco de los tuyos,
como si me dijeras: “Sigue. No te detengas por mí. Vive por los dos si hace falta.”
Así que no… no fue un adiós.
Fue un nos vemos.
Nos vemos en cada atardecer que se siente como despedida. Nos vemos en cada risa que me brota sin razón. Nos vemos en cada victoria que me recuerda por qué sigo de pie.
Nos vemos… porque tú sigues aquí,
y yo, yo ya no te lloro como pérdida,
te celebro como permanencia.
Fernando D'Sandi
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