martes, 11 de marzo de 2025

Si tiene que haber un cambio, debemos protagonizarlo nosotras. Llevamos dentro a La Que Sabe. Si tiene que haber un cambio interior, debe llevarlo a cabo cada mujer individualmente. Si ha de haber un cambio mundial, nosotras las mujeres tenemos nuestra propia manera de contribuir a hacerlo realidad. La Mujer Salvaje nos apunta en voz baja las palabras y los métodos y nosotras la seguimos. Se ha pasado mucho tiempo corriendo, deteniéndose y esperando para ver si le dábamos alcance. Tiene algo, muchas cosas que enseñarnos.
Por consiguiente, si estás a punto de soltarte y de correr un riesgo y te atreves a comportarte en contra de las normas establecidas, excava los huesos que se encuentren a la mayor profundidad posible y haz que fructifiquen los aspectos salvajes y naturales de las mujeres, la vida, los hombres, los niños, la tierra. Utiliza el amor y los mejores instintos para saber cuándo tienes que gruñir, golpear, atacar y matar, cuándo tienes que retirarte y cuándo tienes que aullar hasta el amanecer. Para vivir lo más cerca posible de lo salvaje numinoso, una mujer tiene que agitar un poco más la cabeza, desbordarse un poco más, tener más olfato, más vida creativa, más capacidad de "ensuciarse", tener más compañía femenina, vivir una existencia más natural, tener más fuego y espíritu, saber cocinar mejor las palabras y las ideas. Tiene que reconocer mejor a sus hermanas, sembrar más, hacer acopio de raíces, ser más amable con los hombres, hacer más revolución de vecindario, crear más poesía, pintar más fábulas y hechos, ahondar más en lo femenino salvaje. Y, sobre todo, tiene que practicar en mayor medida el canto hondo.
Tiene que quitarse el pellejo, transitar por los antiguos senderos y afirmar su sabiduría instintiva. Todas podemos afirmar nuestra pertenencia al antiguo clan de la cicatriz, exhibir con orgullo las heridas de guerra de nuestra época, escribir nuestros secretos en las paredes, negarnos a sentir vergüenza, encabezar la marcha de la liberación. No malgastemos nuestra energía en la cólera. Dejemos, por el contrario, que ésta aumente nuestro poder. Y, por encima de todo, seamos astutas y utilicemos nuestro ingenio femenino.
No olvidemos que lo mejor no se puede ni se debe ocultar. La meditación, la educación, todos los análisis de los sueños, todos los conocimientos de este mundo de Dios no sirven de nada si la persona se los guarda sólo para sí misma o para unos pocos elegidos. Por consiguiente, salgamos de dondequiera que estemos escondidas. Dejemos profundas huellas, pues podemos hacerlo.

Clarissa Pinkola Estés 
Mujeres que corren con los lobos (Capítulo 15)
Arte: Mia Charro

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