domingo, 12 de enero de 2025

Un brusco amor, una gran obra, un acto decisivo, un pensamiento que  transfigura, provocan en ciertos momentos la misma intolerable ansiedad,  reforzada por una atracción irresistible. Deliciosa angustia de ser,  proximidad exquisita de un peligro cuyo nombre no conocemos, ¿es vivir,  entonces, correr hacia la perdición? De nuevo, sin tregua, corramos  hacia nuestra perdición.

Se vive con algunas ideas familiares. Dos o tres. Al azar de los mundos y los hombres que encontramos, se las pule, se las transforma. Se necesitan diez años para tener una idea auténticamente propia, una idea de la que pueda hablarse. Naturalmente, esto es un poco desalentador. Pero con ello gana el hombre cierta familiaridad con el hermoso rostro del mundo. Hasta ahora, lo veía frente a frente. Necesita, luego, dar un paso de lado para mirar su perfil. Un hombre joven mira al mundo frente a frente. No ha tenido tiempo para pulir la idea de muerte o de nada, cuyo horror ha rumiado sin embargo. Tal debe ser la juventud: dura confrontación con la muerte, terror físico del animal que ama al sol. Contrariamente a lo que se dice, al menos a este respecto, la juventud no se hace ilusiones. No ha tenido tiempo ni piedad para fabricárselas.

¿Qué significan las palabras porvenir, bienestar, posición? ¿Qué significa el progreso del corazón? Si obstinadamente rechazo todos los «después» del mundo, es porque también se trata de no renunciar a mi riqueza presente. No me gusta creer que la muerte abre otra vida. Para mí es una puerta cerrada. No digo que sea un paso que hay que dar; sino que es una horrible y sucia aventura.

 
Albert Camus,
El verano

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