viernes, 3 de enero de 2025

Ernest Hemingway decía que en nuestros momentos más oscuros no necesitamos soluciones ni consejos. Buscamos un simple contacto humano: una presencia tranquila, una caricia suave. Son estos pequeños gestos los que se convierten en nuestras anclas, ayudándonos a mantenernos a flote cuando la vida parece demasiado dura.
No intentes cambiarme ni cargar con mi dolor. No alejes mis sombras. Sólo acompáñame en mis tormentas interiores. Sé la mano firme a la que pueda recurrir cuando encuentre mi camino.
Mi dolor me pertenece y sólo yo puedo cargar con él. Mis batallas son mi responsabilidad. Pero tu presencia me recuerda que no estoy sola en este mundo a veces aterrador. Es una señal silenciosa de que merezco amor, incluso cuando me siento roto.
En esas horas oscuras en las que pierdo el rumbo, ¿estarás ahí para mí? No como salvador, sino como compañero. Cógeme de la mano hasta el amanecer, recordándome mi fuerza.
Tu apoyo silencioso es el mayor regalo.
El amor que me ayuda a recordar quién soy, incluso cuando lo olvido.
(WEB)

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