Temo a la persona de pocas palabras.
Temo a la persona silenciosa.
Al sermoneador, lo puedo aguantar;
Al charlatán, lo puedo entretener.
Pero con quien cavila
mientras el resto no deja de parlotear,
con esta persona soy cautelosa.
Temo que sea una gran persona.
•Emily Dickinson.
"El viento comenzó a mecer la hierba".
Obra: Viziso Amparo
La niña de las margaritas
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