martes, 2 de febrero de 2021

Las palabras

Las palabras son algo tan cotidiano, tan nuestro, que no siempre somos conscientes  de lo que verdaderamente son. Están ahí, a nuestra disposición, y las utilizamos como el aire que respiramos, sin pararnos a pensar en que son imprescindibles para la vida. Para nuestra vida personal.
Las palabras nos permiten hablar de las cosas, y cuando las cosas tienen un nombre, cuando podemos encerrar un concepto en una palabra, como un genio en una lámpara mágica, nos parece que tenemos cierto dominio de la cosa en sí.
Por eso cuando se trata de ideas, emociones o sensaciones es cuando más necesitamos las palabras, y sobre todo si son emociones que nos aquejan el estado de ánimo.
Hablar de esas sensaciones y  compartirlas es beneficioso, pero además, si esa aflicción tiene un nombre específico nos parecerá menos amenazadora: en primer lugar porque si tiene un nombre es porque otros la han experimentado también, lo cual es un alivio. Y en segundo lugar porque si se le ha puesto un nombre es porque esa emoción ha sido analizada, diseccionada y se han descubierto algunos de sus secretos. Y así se vuelve menos misteriosa, menos confusa.
Un simple nombre nos da tranquilidad. Tal es el poder de las palabras.
El mundo intangible de nuestras emociones parece ser tan vasto como el universo físico en el que habitamos. Tan grande y tan complejo que hay muchas, muchísimas de esas emociones y sensaciones que aún no tienen nombre, y con frecuencia ni siquiera sabemos definirlas, tan complicadas e intrincadas son.
Y pensando precisamente que hacía falta “dar un  nombre a emociones que todos podemos experimentar y para las que no tenemos palabras”, el diseñador gráfico John Koenig creó hace unos años un blog-diccionario, llamado The Dictionary of Obscure Sorrows. 

Las palabras de este diccionario de aflicciones indescifrables son creaciones propias de Koenig, que las diseña combinando palabras y prefijos de diversos idiomas, especialmente del griego.
Así ha creado, por ejemplo, la palabra  kairosclerosis, para denominar “el momento en que te das cuenta de que eres feliz y tratas de saborear la sensación”.
Koenig ha creado esta palabra a partir del  griego kairos, "el momento oportuno” y sclerosis, “endurecimiento, consolidación”.

zenosyne, que es la sensación de que el tiempo pasa siempre muy rápido.
Esta palabra  deriva del  griego zeno (en referencia a Zenón de Elea y sus paradojas sobre el tiempo, el espacio y el movimiento) y mnemosyne (la personificación de la memoria en la mitología griega).
El diccionario de Koening contiene palabras que a mí me resultan muy poéticas, como poéticos son los conceptos que encierran. Por ejemplo:

vellichor: la extraña melancolía que producen las librerías de segunda mano.

opia: la ambigua intensidad que se produce al mirar a alguien a los ojos.

dès vu: la conciencia de que algo se convertirá en un recuerdo.

kenopsia: la sobrecogedora atmósfera de un lugar que normalmente está lleno de gente,  en el momento en que está vacío y en silencio.


Hay también definiciones muy complejas, como la de gnossienne que  denomina “el momento en que nos damos cuenta de que alguien a quien conoces desde hace años tiene una vida interior que desconoces, y de que en los rincones de su personalidad hay una puerta cerrada desde dentro, una escalera que lleva a un ala de la casa que nunca has explorado del todo, un ático que permanecerá ignoto para ti.”
O la de chrysalism, que es "la amniótica tranquilidad de estar bajo techo durante una tormenta, escuchando las rachas de lluvia golpeando el tejado, como una discusión en el piso de arriba, cuyas palabras amortiguadas resultan ininteligibles pero cuya liberación de tensión acumulada entiendes perfectamente."

Y hay otras que se refieren a sensaciones que es fácil que experimentemos cada día, como:

moledro: la sensación de conexión con un escritor o artista al que no conoces, que puede haber vivido hace siglos y a miles de kilómetros de distancia.  

sonder: la conciencia de que cualquier persona que pasa por nuestro lado tiene una vida tan real y compleja como la nuestra.

liberosis: el deseo de preocuparse menos por las cosas.


En el diccionario de Koenig yo personalmente he encontrado una cuantas palabras que me parecen muy útiles y prácticas. Pero no sé  si en él encontraré  las palabras correspondientes a ciertas sensaciones para las que sigo necesitando un nombre. 
Una de esas sensaciones es la impresión de que podríamos “rebobinar” el tiempo unos segundos, para evitar un gesto que acabamos de hacer, una palabra que acabamos de pronunciar; la sensación de que eso de lo que nos arrepentimos al instante lleva tan poco tiempo en el mundo que no ha podido consolidarse y por eso tendría que ser fácil eliminarlo; que con un pequeño esfuerzo podríamos empujar el tiempo hacia atrás y repetir el instante de otra manera.

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