No solemos valorar lo que tenemos. De hecho, solemos desaprovechar y posponer las oportunidades que tenemos de relacionarnos con nuestros seres queridos como si la ausencia que vendrá más tarde no nos importara.
Esta dejadez a veces se complica cuando personas que en principio deberían apreciarnos, nos desprecian. Las situaciones de este tipo son muy dolorosas y es por eso que debemos dejar de taparnos los ojos y comenzar a remediar esta situación.
Esto, en ocasiones, pasa de castaño a oscuro y la mejor actitud que podemos tomar es la de protegernos de este tipo de relaciones que acaban deteriorando y mermando nuestra autoestima y nuestra salud emocional.
No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes
La frase que encabeza este apartado no es solo una frase hecha, sino una realidad. Tenemos esa mala costumbre de no valorar el momento presente y de apreciar lo que lo que no tenemos o lo que ya hemos perdido.
Cuando sufrimos porque alguien nos ignora no nos percatamos de que eso no es reflejo de nuestra valía personal y que lo más probable es que esta persona no lo haga porque está acostumbrada a tenernos a su vera.
De todas formas, no vale de nada luchar contra viento y marea por una persona que no mueve ni un dedo por ti. No sirve ayudar constantemente a alguien que no está interesado en atendernos. No nos hace bien dar sin recibir.A veces, de hecho, las parejas rompen estos círculos viciosos separándose y rompiendo su relación pero el tiempo les hace sentir que se echan de menos.
No podemos dedicarnos a los demás y olvidarnos de nosotros. Y es que la única gratitud sin la que no podemos vivir es la gratitud a uno mismo, pues es el pilar del amor propio y el cimiento de nuestro crecimiento personal.
El poder de alejarse de lo complicado en nuestra salud
Cuando nos enfrentamos a situaciones complicadas en las que alguien importante nos ignora, podemos hacer uso de la indiferencia.
Conseguir que lo que alguien haga o no haga no nos afecte actúa como un bálsamo. Puede que al principio nos cueste, pero vale la pena el esfuerzo cuando se trata de evitar nuestro deterioro emocional. Regala tu ausencia cuando sea necesario.
Quedarse cerca de alguien puede ser ir demasiado lejos para nosotros, por lo que una buena solución es obsequiar a estas personas con nuestra ausencia. Si optamos por esta opción, es posible que iniciemos una lucha interna entre la que nos debatamos entre esperar a que vuelva o reiniciar nuestra vida de manera definitiva.
Ambas actitudes resultan dolorosas a corto plazo pero, sin lugar a dudas, convivir con nosotros mismos es la más deseable.
Es probable que, en estos casos, se nos queden muchísimas cosas por decir. El dolor, los reproches y todas nuestras emociones no pueden quedarse dentro de nosotros mismos, debemos de sacarlas de alguna manera, aunque sea imaginándonos que tenemos a esa persona de frente, aunque sea rasgando papeles o golpeando cojines.
Una buena opción es escribir una carta a esa persona que te lastimó en la que expliques los motivos que te han hecho partir y cómo te has sentido. Una vez que los sentimientos y las emociones del momento queden escritos, lo mejor es deshacerse de la carta y liberarnos de manera simbólica de esas sensaciones.
Libera tu dolor y perdona
Darle alas al sufrimiento es la única manera de no hacer de nuestro cuerpo la tumba de nuestra alma. Detrás de nuestro coraje, de nuestra rabia y de nuestra ira por la impotencia de sentirnos poco valorados, se esconde una gran tristeza y una sensación de humillación infinita.
Por esta razón, tenemos que trabajar nuestra decepción y dejar de caminar jugándonos la vida. Hay que saber cuándo es conveniente regalar nuestra ausencia. Entonces será el momento de dejar atrás y de no olvidarnos de que son situaciones comunes que encierran en ellas una gran semilla de crecimiento y de liberación.
Raquel Aldana«Cuando mantienes tu resentimiento hacia otra persona, estás amarrado a esa persona o a esa situación, por un vínculo emocional que es más fuerte que el acero. Perdonar es la única forma de disolver ese vínculo y lograr la libertad.»-Catherine Ponder-
Psicóloga General Sanitaria
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