miércoles, 31 de julio de 2019

La gestión emocional: un pilar fundamental de la resiliencia

¿Quién nos ha enseñado gestión emocional? ¿Alguien ha tenido una asignatura con este nombre? ¿Cómo tomamos decisiones en situaciones difíciles? En este artículo os invitamos a encontrar respuestas y a dar con otros interrogantes valiosos.

Seguro que más de una vez has experimentado emociones que no sabías cómo manejar, intensas y muy dolorosas. También es probable que te hayas visto en situaciones desconcertantes de las que solo has querido escapar. En estos momentos si hay algo que nos puede devolver el control, frente a las tentaciones e impulsos, es la gestión emocional inteligente.
Una gestión emocional que, en muchos casos, es la llave que abre las puertas del éxito, facilitando que tomemos decisiones acertadas. Así, tomar consciencia de nuestras emociones y aprender a gestionarlas nos concede una enorme ventaja adaptativa en la sociedad actual.
«Vivimos en una sociedad que no nos educa para ser personas emocionalmente inteligentes».
-Daniel Goleman-

Aprender a vivir con nuestras emociones

Entender el universo emocional particular es una tarea sin límite de mejora. La realidad es que nos enfrentamos a multitud de experiencias en diferentes momentos y a las que reaccionamos de forma diferente. De esta manera, aprender a conocernos y a entender qué sentimos en cada momento puede ayudarnos a dar una respuesta adaptada.
Gestionar estados emocionales de valencia negativa no es tarea sencilla; pueden estar presentes diferentes síntomas físicos, como dolores de cabeza, sudoración, golpes de calor, dolores gastrointestinales, que dificulten la gestión emocional. En estas circunstancias destacan los pensamientos que nos atormentan, asociados a emociones como la culpa, al miedo, o la frustración.
«Como seres humanos, todos queremos ser felices y estar libres de la desgracia, todos hemos aprendido que la llave de la felicidad es la paz interna. Los mayores obstáculos para la paz interna son las emociones perturbadoras como el odio, apego, miedo y suspicacia, mientras que el amor y la compasión son las fuentes de la paz y la felicidad».
-Dalai Lama-

La gestión emocional para ser resilientes

Gestionar nuestras emociones es fundamental para nuestro desarrollo y tiene una gran repercusión en nuestra autoestima y forma de relacionarnos con el entorno y con los demás.
Tanto es así que se están implementando programas de gestión emocional en los centros educativos. Estas iniciativas se basan en la idea de tomar consciencia de nuestro mundo emocional desde pequeños y construir patrones de conducta y de relaciones efectivos.
Además, cada vez son más los esfuerzos dedicados a investigar acerca de métodos que nos ayuden a la gestión emocional en nuestro día a día. Este es el caso de los programas de entrenamiento para potencias nuestra consciencia y aprender a identificar nuestras emociones de forma adecuada. Así tenemos un espacio para poder responder ante ellas y no solo reaccionar.
En esta línea se sitúan algunos programas enfocados en el entrenamiento en mindfulness, como el MBSR de Jon Kabat Zinn y el MBMB de Santiago Segovia, para adquirir consciencia plena y ser capaces de autogestionarnos. Normalmente se basan en estrategias que aumentan nuestra competencia frente a encrucijadas cotidianas, poniendo una atención especial en la resiliencia.

Hábitos para potenciar la resiliencia

Algunas estrategias útiles en el marco de la gestión emocional serían:
  • Toma consciencia de quién eres, qué quieres, hacia dónde estás dando los pasos en tu vida. Esto te ayudará a conocer tus debilidades y tus fortalezas. Son estas últimas las que cobran un gran sentido pues al potenciarlas podremos obtener un mayor equilibrio ante las dificultades.
  • Aprende de la experiencia. Cada vez que sufras una caída en tu camino plantéate para qué estás viviendo esas circunstancias.
  • Dedícate a lo que te apasiona. Descubre cuál es tu propósito pues te dará la energía para moverte en dirección a lo que sueñas y será más fácil reponerte ante cualquier fracaso.
  • Trabaja en tu resiliencia. La resiliencia se aprende conforme nos vamos enfrentando a las diferentes circunstancias que se presentan en nuestra vida. Se puede desarrollar pues se trata de un conjunto de habilidades que nos harán sobreponernos cada vez más rápido ante la adversidad.

Inteligencia emocional, la clave de la gestión emocional

La inteligencia emocional influye en nuestro futuro personal, en nuestro éxito, marcando puntos de apoyo tan importantes como las relaciones sociales. La inteligencia emocional destaca como una competencia propia de las personas con buena autogestión personal.
Las personas que cuentan con una buena inteligencia emocional están mejor adaptadas al ecosistema en el que se desenvuelven, estando a su vez mejor preparadas para los cambios y los desafíos que estos puedan suponer. Hablamos de un mayor autocontrol, pero también, por ejemplo, de una mejor gestión del miedo que puede inspirar la incertidumbre.
Rocío García Garzón

martes, 30 de julio de 2019

Estados

"Hay un tipo de tristeza que no te hace llorar. Es como una pena que te vacía por dentro y te deja pensando en todo y en nada a la vez, como si ya no fueras tú, como si te hubieran robado una parte del alma."

Costa, la contadora y el origen del tango “Naranjo en flor”

Dos hombres están bebiendo: uno empieza a desmigajar una historia, el otro es poeta y comienza a escribir la historia. “Era más blanda que el agua, que el agua blanda. Era más fresca que el río…Naranjo en flor”.
Torturado por la culpa, un hombre le cuenta al otro que se portó muy mal con una mujer. Una adolescente que él había tratado de seducir y que al fracasar en la conquista, se había abalanzado sobre ella para poseerla. Y de esa violación hubo un embarazo. Y esa niña de 14 años se hizo un aborto y murió. A partir de esta dura historia, Costa nos invita a desmigajar la letra.
Letra completa
“Era más blanda que el agua, que el agua blanda. Era más fresca que el río… Naranjo en flor. Y en esa calle de estío, calle perdida, dejó un pedazo de vida y se marchó. Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento. Perfume de naranjo en flor, promesas vanas de un amor que se escaparon en el viento.
Después, qué importa del después, toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado. Eterna y vieja juventud que me ha dejado acobardado como un pájaro sin luz. Qué le habrán hecho mis manos, qué le habrán hecho para dejarme en el pecho tanto dolor. Dolor de vieja arboleda, canción de esquina. Y con un pedazo de vida…Naranjo en flor.
Primero hay que saber sufrir, después amar, después partir y al fin andar sin pensamiento. Perfume de naranjo en flor, promesas vanas de un amor que se escaparon en el viento. Después, qué importa del después, toda mi vida es el ayer que me detiene en el pasado. Eterna y vieja juventud que me ha dejado acobardado como un pájaro sin luz”.


Dos versiones geniales del tango de Virgilio y Homero Expósito





Fuente: https://la100.cienradios.com/costa-la-contadora-y-el-origen-del-tango-naranjo-en-flor/

lunes, 29 de julio de 2019

Estados

"Yo le duro lo que usted me cuide, yo le hablo como usted me trate y le creo lo que usted me demuestre."
Frida Kalho

Lola Mora, mucho más que la mujer de la fuente

Hay una película argentina, “Asesinato en el Senado de la Nación”, en la que se alude a un famoso debate sobre las carnes en ese cuerpo legislativo. Y también a un crimen cometido durante esa sesión. Por eso, pasó desapercibida una resolución del Senado –minutos antes de ese hecho- por la cual se otorgaba un subsidio de 250 pesos por mes a la más notable escultora argentina, sumida en la enfermedad y en la pobreza. Me refiero a Lola Mora.
Claro que esa ayuda, aprobada en agosto de 1935, le sirvió de muy poco a la insigne artista. Porque pocos meses después, un 7 de junio de 1936, fallecía teniendo 69 años. Era tucumana. A los 19 años, sintiendo el fuego del arte en sus venas -la pintura inicialmente- se trasladó a Buenos Aires.
Era físicamente menuda y frágil, aunque bonita. Poseía temperamento. Y en ese Buenos Aires de fin de siglo, la palabra artista no sonaba bien. Era casi sinónimo de bohemio, o de irresponsable. Y en una mujer peor aún.

Europa, el amor y la escultura

Pero Lola Mora, una muchacha agraciada de 20 años, quería ser pintora. Decidió viajar a Europa. Consiguió una carta de recomendación de Dardo Rocha, fundador de La Plata. Y llegó a Roma. Se dirigió a la casa de un famoso pintor, Micchetti, quien se negó inicialmente a recibirla siquiera. Pero Lola Mora insistió tanto que logró ser escuchada.
- Maestro, perdóneme, he cruzado el mar atraída por su fama. Vengo a estudiar y a aprender de Ud.
- Es que yo no tomo discípulos, le dijo el pintor.
- Mejor. Así seré su única alumna.
- Tranquilícese, señorita. Le recomendaré un buen maestro.
- No. Estudiaré con ud. o regresaré a Buenos Aires.
Micchetti, conmovido y admirado por su tenacidad, le dijo:
- Bueno, la acepto. Pero con una condición: si en dos meses ud. no me interpreta artísticamente, tendrá que buscar otro maestro.
Pero en Lola Mora, fueron naciendo otras dos pasiones.
Una, muy natural a su edad. Se enamoró y posteriormente se casó con un escultor argentino residente en Roma: Andrés Hernández. El matrimonio resultó efímero. La otra pasión, la acompañaría toda la vida. Había descubierto la escultura.

Regreso y machismo absurdo

Rápidamente, obras suyas comenzaron a invadir museos en Italia, en Francia, en Inglaterra. De la Argentina, también le solicitaban obras. Regresó triunfadora a su país. Es que realmente ¡qué verdad tiene aquel refrán! (no es aforismo, porque es anónimo), “nadie es profeta en su tierra"
Su escultura más importante fue “La Fuente de las Nereidas”, que se colocaría en la Plaza de Mayo inicialmente. Esa obra mostraba una diosa desnuda sostenida por varios atletas también desnudos, mientras veloces caballos desafiaban al viento.
Las Nereidas, su obra más emblemática


Claro, el puritanismo de la época -eran los primeros años del siglo XX-, la falsedad de muchos y el absurdo machismo de otros, hicieron que tuviera que emplazarse finalmente en la Costanera Sur.
Pero en casi todas la provincias argentinas, hay esculturas de Lola Mora. Están, por ejemplo, la estatua de “Laprida”, en San Juan; la de “Alberdi”, en Tucumán; la de “Luis Sáenz Peña”, en la Casa Rosada.
Bajorrelieve de Lola Mora en el museo histórico casa de la Independencia, en Tucumán

Poco a poco su salud física y mental se iba resquebrajando. Quizá, esto explicaría por qué invirtió todos sus ahorros -y los perdió- en la provincia de Salta, en una insólita aventura para extraer petróleo. Esta artista, finalmente, fue un ejemplo, no sólo de singular talento, sino de una voluntad férrea que superó carencias y necesidades. Todo ello al servicio de una vocación irrenunciable: la escultura. Porque el verdadero artista siempre busca. Por eso, suele encontrar, ya que la inspiración sólo ilumina al gran artista.
Creo que este aforismo, armoniza con la vida tan plena como dura y penosa de Lola Mora:
“La necesidad no otorga fuerzas. Pero las descubre”.

domingo, 28 de julio de 2019

Estados

"Un dolor así, dolor del alma, no se quita con remedios, terapia o vacaciones; un dolor así se sufre, simplemente, a fondo, sin atenuantes, como debe ser."
Isabel Allende

Brando. Pensamientos de Luc


Dicen que como el amor, la poesía no paga. Y aunque lo crea cierto, aquí me tienes, enamorado. Pagándole al amor con poesía.
Brando. Pensamientos de Luc. 

sábado, 27 de julio de 2019

Estados

"Si una persona no te demuestra con hechos lo que dice, no es necesario escuchar sus palabras."
Mahatma Gandhi

Un abrazo es la mejor medicina para muchos dolores

A veces todo lo que nos hace falta es un abrazo y una caricia en el momento adecuado, que sin palabras nos digan “aquí estoy y te lo estoy demostrando” y que nos entren escalofríos que desdibujen nuestros temores.

Por eso se dice que a veces un buen abrazo es la mejor medicina para muchos dolores, una sustancia que sin ser material alimenta nuestros sentidos y potencia nuestra fuerza, nuestra capacidad para hacerle frente a la vida.
Y así, cuando nos agarramos a las personas, creemos en nosotros mismos y atrapamos nuestro corazón, mientras al mismo tiempo dibujamos una gran sonrisa en nuestra mente emocional y nos hacemos eco de todo los motivos que se convierten en artífices de nuestra alegría en cada momento.

Un fuerte abrazo rompe todos nuestros miedos

Es así, un abrazo fuerte rompe todos nuestros miedos y pone en marcha un tratamiento “sanador” apto para todo tipo de dolores que nos permitirá darle la vuelta a nuestro malestar.
A través de un abrazo dejamos de lado el compromiso con las pastillas de nuestros frenos y le damos velocidad y entusiasmo a la vida, consiguiendo un efecto atenuador de nuestros síntomas vitales adversos.
Pero es cierto que más allá de nuestras sensaciones subjetivas, el hecho de tener un sentimiento positivo en el que focalizar nuestra atención (sentirnos queridos) en el momento adecuado, puede hacer que otros malestares tanto físicos como psicológicos rebajen su intensidad.
Para dar un buen abrazo solo nos hacen falta ganas, cariño y entusiasmo para rodear y apreciar la pérdida de distancia emocional entre dos personas que se aprecian y saben sonreírse más allá del rostro.

La importancia de los pequeños detalles

En la vida real no se pronuncian frases de película ni nadie cruza habitualmente océanos para inmortalizar el momento de una sonrisa y un abrazo. En la vida real nos comunicamos con cosas pequeñas que hacen que día a día obtengamos momentos que no es que sean grandes, es que son enormes.
Lo que los abrazos y las caricias nos enseñan es a dejarnos libres y a ser capaces de sentir, a desarrollar las emociones de nuestra inteligencia, a reírnos de las cosas tontas, a saborear una carcajada escandalosa, a contemplar absortos cómo caen nuestros párpados cuando un dulce abrazo nos hace cerrar los ojos.
Entonces nos liberamos de la presión del silencio y lo saboreamos, le damos virtud y poder a lo pequeño, a lo diario, a lo que es capaz de recomponer nuestros pedazos y ensamblar a la perfección las piezas que congelaron nuestra sonrisa al hacerse añicos.
Estamos hablando de que aquello que nos destroza no puede competir con el sinfín de razones que podemos encontrar día tras día para alimentar nuestro bienestar y nuestro crecimiento emocional. De amor y de cariño uno muere tantas veces que se pierde la cuenta de las veces que los te quieros enfundados en abrazos nos resucitan.

Los deseos emocionales que se traducen en abrazos

Es fácil desear a las personas. No de un modo sexual, sino emocional. Es fácil que necesitemos tocar una piel, sentir un olor y un calor a través de un abrazo. Ver en el interior de alguien sin mirar y sacarle provecho a ese deseo.
Es fácil conocer a alguien y sentir que se ha conectado. Sin más. Sin enchufes. Es fácil sentirnos cerca de alguien que nos transmite tranquilidad, esencia, autenticidad y sintonía.

También es fácil que esas personas nos hagan explotar emociones, deseos y sentimientos que nos inviten a dejar huella con el tacto de nuestros abrazos, de nuestra mente liberada  y nuestro cuerpo tranquilo.
Es fácil sentirnos bien con un abrazo porque los abrazos están precisamente hechos para eso, para que nos calibremos y miremos hacia el corazón en un momento que precisamente intensifica la calidez en el hogar de una mente emocional que desea aliviar sus dolores.

Psicóloga General Sanitaria. Número de colegiada: R – 00714. Máster en Psicología General Sanitaria por la UNED. Especialista en Educación Emocional. Colaboradora en diferentes medios de comunicación. Psicóloga terapeuta, docente e investigadora en centro privado a tiempo completo. Formadora en organismos públicos de La Rioja. Investigadora en la USAL. 

"Brass in Pocket" - **The Pretenders**

viernes, 26 de julio de 2019

Huracanes...

"Me gusta la calma que da el tiempo porque lo que ayer se sintió como un huracán hoy veo que era el viento abriéndome camino."

Estados

"El dolor emocional es una verdad abriéndose paso, la medida de la duración de ese dolor, es el tiempo en que se tarde en aceptar esa verdad."
Axel Ortiz, Psicólogo

El dolor emocional, la angustia de nuestro cerebro

El dolor emocional merece la misma atención que el dolor físico. Al igual que buscamos remedios y tratamientos para aliviar heridas y contracturas, debemos hacer lo mismo con nuestros pesares, miedos y tristezas.


Ante una decepción, un amor roto, una traición, una mentira o la pérdida de un ser querido sentimos dolor emocional. Un dolor desgarrador que lleva plasmándose siglos y siglos en poemas y canciones llenas de sufrimiento.
Estas intuiciones poéticas han obtenido apoyo desde los estudios neurofisiológicos, los cuales, han encontrado que la metáfora del dolor psicológico generado por algún tipo de pérdida social o emocional se refleja en nuestros circuitos cerebrales.
Concretamente es posible saber esto gracias a la resonancia magnética funcional, una técnica de neuroimagen que nos ayuda a ver qué áreas se encienden cuando nuestro corazón se rompe y se incendian nuestras emociones. Asimismo estudios como el llevado a cabo por el doctor Vikaas Sohal de la Universidad de California, son un ejemplo de cómo a día de hoy sabemos por ejemplo cómo impacta la tristeza en nuestras estructuras neuronales.

El cerebro del dolor emocional

Para empezar, algo llamativo que han encontrado los neurocientíficos sobre el dolor emocional es lo siguiente: las zonas cerebrales que se activan cuando sufrimos un dolor físico, son las mismas que cuando experimentamos desasosiego, tristeza y  la desolación más intensa.
Así, en el 2012, la doctora Naomi I. Eisenberger y su equipo de la Universidad de California, realizaron un estudio donde descubrieron este dato tan llamativo. Así, en el experimento, se ideó una situación que fomentase que las personas que participaban en el estudio se sintiesen excluidas, menospreciadas y angustiadas. Esto reflejó cambios en el flujo sanguíneo de dos áreas cerebrales clave:
  • El córtex cingulado anterior es un área implicada en la generación de la experiencia aversiva al dolor físico. Se encontró que cuanto mayor era la angustia, mayor era la actividad en esta zona.
  • La corteza prefrontal se mostraba más inactiva cuanto menor era el dolor emocional.
Como vemos, el córtex cingulado anterior promueve que elaboremos ese tipo de sentimientos de angustia, desazón y miedo al vacío emocional que nos deja la pérdida, el engaño o el rechazo. Por su parte nuestra corteza prefrontal se encarga de regular nuestras emociones y contrarrestar el sentimiento doloroso de ser rechazado, contribuyendo así a calmar el dolor que nos provoca nuestra herida emocional.

Más datos sobre la geografía de nuestras emociones

Para ser más específicos y saber cómo es la carretera que dirige nuestras emociones, debemos conocer algunos datos más. Concretamente que la circunvolución del cíngulo tiene tres áreas emocionales diferenciadas:
  • El área anterior, la cual es responsable de la elaboración de sentimientos y emociones negativas (¡¡ojo!! que sean negativas no quiere decir que tengan que ser malas; por ejemplo, la tristeza es buena siempre y cuando no se patologice).
  • El área central, la cual integra nuestras emociones y nuestros pensamientos.
  • El área posterior, la cual genera sentimientos y emociones positivas.
Por ejemplo la zona cingulada central se activa durante la excitación sexual en los hombres y ante aquellas tareas o actividades que resultan estresantes y que requieren mucha atención por nuestra parte.
Sabiendo esto podemos comprender que los neurotransmisores (sustancias que regulan las funciones cerebrales) sufren un gran abatimiento en momentos emocionalmente duros para nosotros.
Es interesante saber que tanto los antidepresivos como otras drogas elevadoras del estado de ánimo actúan sobre nuestro cerebro regulando o reduciendo la activación del área cingulada anterior.

El dolor emocional merece la misma atención que el dolor físico

Algo que nos queda muy claro de toda esta información es que el dolor físico y el dolor emocional comparten sendero. Por eso no debemos menospreciar las heridas emocionales y dejar que sanen “de cualquier manera y al aire”.
En verdad que nuestro corazón se rompa o que nuestro amigo nos traicione nos duele intensamente a nivel mental y fisiológico. La gran mayoría de nosotros será consciente del desgarro que se siente cuando nos toca acabar la historia con, por ejemplo, nuestro primer amor.
Estamos acostumbrados a enterrar el dolor emocional, no hay duda. A menudo esto es así porque se nos enseña a «disimular» lo que nos hace daño. Ocultamos por así decirlo, todo ese padecimiento al que nos someten las heridas psicológicas. Sin embargo, hay que tener claro un aspecto.
Al igual que atendemos nuestro dolor físico, debemos cuidar y sanar el dolor emocional.
Actuar sobre nuestro bienestar mental y emocional, trabajar por comprender lo que nos sucede y aliviar nuestras quejas y angustias es una manera de evitar que el sufrimiento no vaya a más.
Al igual que el dolor físico nos avisa de una lesión, no podemos olvidar que el dolor emocional por la separación, el rechazo o el desengaño es adaptativo, pues nos ayuda a comprender que algo no está bien y que debemos atendernos.
Una vez queda esto claro, seguiremos expectantes ante nuevos y rigurosos estudios que nos ayuden a comprender aún mejor no solo la presencia del dolor psicológico, sino también la mejor manera de aliviarnos y aprender de la angustia que este nos genera.

Psicóloga General Sanitaria. Número de colegiada: R – 00714. Máster en Psicología General Sanitaria por la UNED. Especialista en Educación Emocional. Colaboradora en diferentes medios de comunicación. Psicóloga terapeuta, docente e investigadora en centro privado a tiempo completo. Formadora en organismos públicos de La Rioja. Investigadora en la USAL.