La vida y la distancia nos unían separándonos, y al separarnos nos unían. Y yo te miraba de lejos un poco celoso, deleitándome en la libertad de tu sonrisa, en tu dulce falta de pudor, en la forma en que exponías tus miedos y tu ser al mundo; sin cohibirte, sin minimizarte, sin siquiera importarte.
Y en tu valentía rebelde nos encontrábamos de a ratos, entre letras y enlaces, entre gemidos y silencios, entre lunas y cafés.
Y aunque no te daba mucho -sólo mis palabras, mi poesía y mi voz- mi nada te alcanzaba para amarme en la geografía, como si vibráramos en unísono cohabitándo en un mismo tiempo, como si la distancia y el mundo no importaran, sólo tu amor y tu verdad.
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