Me preocupaba mucho. ¿Crecerá el jardín? ¿Los ríos fluyen en la dirección correcta? ¿La Tierra gira tal y como se nos enseñó? Y si no es así, ¿cómo lo corregiré?
¿Habré hecho bien? ¿Me equivoqué? ¿Me perdonarán? ¿Lo podré hacer mejor?
¿Algún día podré cantar? Incluso los gorriones pueden y yo, bueno, parece que no tengo remedio.
¿Me está fallando la vista o me lo estoy inventando?
¿Me volveré reumática?
¿Tendré tétanos? ¿Demencia?
Pero un día me di cuenta de que toda esa preocupación no llevó a nada. Y me rendí. Y tomé este viejo cuerpo mío
y salí a la mañana
y canté.
Mary Oliver
Ilustración Negin Sgh
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