El regalo
Quería agradecerle a la calandria por el vigor de su canto.
Cada día ella cantaba desde la orilla del campo, mientras
yo recogía arándanos o pasaba el tiempo al sol.
Cada día ella venía aleteando para mostrarme, y por qué no,
los blancos capullos en sus alas.
Así que un día salí con mi máquina, y puse varias
canciones de Mahler.
La calandria dejó de cantar, se acercó, y parecía que escuchaba.
Ahora, cuando bajo al campo, un pequeño Mahler
se derrama a través de los balbuceos de su canto.
¡Qué feliz me siento, reclinada en la luz, escuchando la música flotar!
Y doy gracias también por mi mente, que pensó en dar un regalo.
Y sobre todo estoy agradecida por tomarme este mundo tan en serio.
Mary Oliver
Traducción Diana Bellessi y Sonia Scarabelli.
No hay comentarios:
Publicar un comentario