viernes, 18 de julio de 2025

A Séneca lo llamaron frío…
A Marco Aurelio, insensible…
A Epicteto, duro de corazón.
Pero lo que pocos veían era esto:
tenían discernimiento.

Veían lo que otros no querían ver.
Entendían que lo fácil muchas veces adormece…
y que lo incómodo suele despertar.

No todo lo que te halaga es amor.
No todo lo que te exige es maldad.
El discernimiento es la virtud del sabio:
separa el humo de la esencia, la máscara de la verdad,
el impulso de la sabiduría.

El estoico no reacciona… observa.
No se deslumbra… evalúa.
Y no se deja arrastrar… elige.

No hay comentarios:

Publicar un comentario