«—A lo lejos sonaba indistintamente la voz de una muchacha que cantaba canciones de su tiempo de muchacha.
—¿En qué pensás mientras cantás?
—En que aquel sueño de ir en bicicleta a ver una cascada rodeada de hojas verdes no era para mí.
—Sólo quería ver el jardín.
—¿Y ahora? —Siento deseos de huir a un país más hospitalario y, al mismo tiempo, busco bajo mis ropas un puñal. —Cono vos, quisiera ser una cosa que no puede sentir el paso de los años. —Supongo que el envejecimiento del rostro ha de ser una herida de espantoso cuchillo.
—La vida nos ha olvidado y lo malo es que uno no se muere de eso.
—Sin embargo, cada vez nos va peor. —Entonces la vida no nos ha olvidado.»
Alejandra Pizarnik
No hay comentarios:
Publicar un comentario