—Nunca nos quisimos —le dijo besándola en el pelo.
—No hablés por mí —dijo la Maga cerrando los ojos—.Vos no podés saber si yo te quiero o no. Ni siquiera eso podés saber.
—¿Tan ciego me creés?
—Al contrario, te haría tanto bien quedarte un poco ciego.
—Ah, sí, el tacto que reemplaza las definiciones, el instinto que va más allá de la inteligencia. La vía mágica, la noche oscura del alma.
—Te haría bien —se obstinó la Maga como cada vez que no entendía y quería disimularlo.
Rayuela,
Julio Cortazar
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