No respetan formas ni contenidos.
Se pintan como les viene en gana.
Pierden la cabeza por cualquier cosa.
También la razón.
No respetan las convenciones.
Abollan los estereotipos.
Aman. Sienten.
Cuando se aburren, lo dicen y molestan.
No les importa.
Atacan sin asco.
Sienten pena.
Sacan los trapos a la intemperie.
Piensan sin reparos.
Se desconcentran.
Se descentran.
Gritan cuando les duele.
Rompen en llanto.
Se irritan, se ofuscan, se bifurcan.
No pululan por ahí. Arremeten.
No husmean para ver quién viene. Encaran.
No se deslizan. Pisan fuerte.
No chusmean entre sí. Se arañan.
No piden permiso. Avisan.
No observan. Te penetran con la mirada.
No dudan. Se equivocan.
No planifican. Juegan.
No sangran por la herida. Chorrean.
No resignan el placer. Lo obtienen.
Pierden el rumbo.
Habitan en ellas y en los otros.
Florecen y se marchitan sin pedir permiso.
A veces, en un instante.
Cuando caen, suenan como un piano desafinado.
Pero cuando se levantan.
Cuando se levantan…
….suelen ser la sinfonía mejor tocada.
Silvia Carlota Laffranconi (Lotta)
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