El Museo Frida Kahlo está ubicado en la calle de Londres 247, en uno de los barrios más antiguos y bellos de la Ciudad de México, el centro de Coyoacán.
También conocido como la Casa Azul, es de los sitios turísticos y culturales más representativos de la zona; el inmueble perteneció a la familia Kahlo desde 1904 y cuatro años después de la muerte de la pintora, en 1958, fue convertida en museo.
El padre de Frida, Guillermo Kahlo —húngaro-alemán de nacimiento—, construyó en 1904 la casa, según la historiadora Beatriz Scharrer, "a usanza de la época: un patio central con los cuartos rodeándolo, el exterior era totalmente afrancesado". "Fueron Diego y Frida quienes, más tarde, le dieron un estilo muy particular y, al mismo tiempo, le imprimieron —con colores y decoración popular— su admiración por los pueblos de México".
Durante los años posteriores, la propiedad sufrió una serie de modificaciones acordes a los gustos de la pareja. En 1937 se realizó la adquisición de lo que hoy es el jardín. En 1946 Diego Rivera decidió construir un estudio para Frida, que le encargó a Juan O’Gorman, y en 1958, de acuerdo con la voluntad del pintor fallecido el año anterior, se abre la propiedad al pueblo mexicano, convirtiéndola en museo.
La Casa Museo permite a sus visitantes descubrir la profunda relación que existe entre Frida Kahlo, sus pinturas y su hogar. Las habitaciones muestran parte de la obra de Frida y Diego Rivera, quien también vivió ahí.
Entre lo más destacado de la casa se encuentran las camas (cama de día y cama de noche) que utilizó Frida para pintar mientras se encontraba inmovilizada de la columna debido al terrible accidente que tuvo. Muchos de sus cuadros fueron inspirados por este y por el sufrimiento que vivió después de varias cirugías reconstructivas.
Otro de los atractivos del museo es el estudio de Frida, donde también se puede apreciar su biblioteca. La cocina de la casa ha sido preservada en el mismo estado que cuando la utilizaba la pintora. A pesar de que en la época en que vivieron Frida y Diego ya se usaba el gas en las cocinas, a Frida le gustaba preparar las comidas de una forma más tradicional, con cocina a base de leña.
Entre las obras más famosas que se encuentran en el museo están Viva la vida y Frida y la cesárea. Sin embargo la más grande e importante colección pública de obras originales de Kahlo se encuentra en el Museo Dolores Olmedo Patiño (28 elementos; el Museo de Arte Gehrke-Remund, en Alemania, posee 123, pero se trata de réplicas).
En la antigua casa de Frida Kahlo —quien decía haber nacido en 1910 tras la época colonial y al mismo tiempo que el nuevo México—, podemos encontrar no solo obras de arte suyas, sino que también podemos ser participes del dolor que abrazó a Frida desde su niñez con la poliomielitis que contrajo a los seis años, con el trágico accidente de tranvía que la imposibilitó para tener hijos, hecho que tardó mucho en aceptar y con el que le provocó la infidelidad de Diego Rivera, todo lo cual lo reflejó en sus pinturas. Esto nos hace recordar lo que pensaba Frida cuando comparaban su obra con el surrealismo: "Piensan que soy surrealista, pero no es cierto, no lo soy. Yo nunca he pintado lo que sueño. Yo pinto mi propia realidad".
En vida, Rivera le pidió a Dolores Olmedo que cuando él y Frida murieran convirtiera la casa en museo, dejando todo abierto al público con excepción de un baño, el cual podrían abrir quince años después de su deceso. Esos años se convirtieron en cincuenta y al abrir el espacio descubrieron miles de documentos, fotos, vestidos, libros y juguetes. Fue necesario acondicionar el inmueble de al lado para poder exhibir todos esos nuevos objetos.
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