Un gato no es un adorno en casa, ni un simple compañero de paso. Es un alma silenciosa que, cuando te elige, lo hace con todo su corazón.
Te entrega su confianza sin condiciones, su amor sin exigencias, su compañía incluso en los días donde tú mismo te abandonas.
Abandonarlo no solo lo deja sin techo… lo deja sin su mundo. Porque su mundo, eras tú.
Tener un gato es asumir una promesa: la de estar en cada etapa, desde los saltos curiosos de juventud hasta las siestas largas de la vejez.
Es cuidar, respetar, amar. No a ratos. No mientras convenga. Siempre.
Porque para ti puede ser “una mascota”,
Pero para él… tú eres todo lo que tiene. Su casa. Su hogar. Su vida entera.
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