Dijo una vez Ricardo Arjona: “Hay días en los que uno no quiere vivir, pero tampoco quiere morirse. Solo desaparecer un rato, a ver si el mundo se da cuenta de que duele. Y no por drama, sino porque también uno se cansa de aguantar como si nada pasara. Te rompiste mil veces en silencio y nadie lo notó. Pero bastó un mal gesto tuyo para que todos te juzgaran. Así es la vida. Exige fuerza a los que ya están al borde, pero aun así sigues aquí, con el alma hecha trizas y el corazón sin garantía, pero aquí. Porque aunque nadie lo vea, tu simple existencia es un acto de resistencia y tal vez eso sea lo más valiente que has hecho: no rendirte aunque no tengas ni idea de cómo seguir. Y si eso no es tener huevos, entonces hermano, no sé qué sea. Y no, no estás solo, somos muchos los que caminamos rotos, fingiendo estar bien por no preocupar a nadie. Así que si hoy lloras, que sea sin culpa, porque llorar también es una forma de decir: ‘Todavía estoy luchando".
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