Todo lo nuevo necesariamente envejece. Todo pasa por este proceso.
Miro hacia el pasado. En un segundo o menos, mis pensamientos me llevan a un lugar lejano tanto en el tiempo como en el espacio. Por un momento, recreo las escenas del pasado para luego regresar al presente con una sonrisa en el rostro. Pero rápidamente cambia mi sonrisa y suspiro cuando me doy cuenta de cuán diferente es el presente. ¿Qué ha ocurrido? ¿Por qué no puede seguir igual?
Hay una ley sencilla que afirma que “todo lo nuevo necesariamente envejece”. Siempre es bueno conocer las leyes. Tal vez piense que no tienen mucho sentido, tal vez incluso esté en desacuerdo con ellas. Sin embargo, algunas leyes no se pueden cambiar, de modo que aprendo a vivir con ellas y a observarlas.
De nada sirve preguntarse por qué, cómo, cuándo o dónde. Lo importante es comprender las leyes de la vida y sacarles provecho. Existen tres leyes inmutables que hay que recordar:
1. Lo que siembra, se cosecha
2. Todo lo nuevo envejece
3. Lo que no se usa se pierde
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