¿Qué tienen los días nublados que nos hace reflexionar? He estado pensando y creo que he llegado a la conclusión de que es injusto encasillar a los días repletos de nubes en un sólo significado y un sólo sentimiento, pensando mucho al respecto me he dado cuenta de que hay una infinidad de ellos, por ende me he dado a la tarea de enlistar algunos de los tipos de días nublados, helos aquí:
Días nublados que son totalmente blancos, son esos tan aburridos que provocan deseos de irse a dormir y despertar hasta un siguiente día menos soso. No es el clima en sí, es simplemente que el ambiente se tiñe de un sentimiento ligero de desesperanza, todo parece cansino, sin sentido, sirven en realidad para dejarse arrullar por un sueño pesado y olvidarse de todo lo demás.
Días nublados grises que despiertan melancolía y abren paso a la nostalgia y la tristeza. Esos que son tan comúnmente descritos por aquellos sensibles que relacionan un día sin sol con las susceptibilidades de su corazón.
Días nublados fríos que suelen alejar a la gente de las calles refugiándolas en casa, aquellos que pueden bien ser acogidos como una buena oportunidad para tirarse sobre un mullido sofá con una taza de chocolate caliente acompañada de un maratón de películas, o como momentos de inexorable desolación que se interpretan como instantes a solas para reflexionar sobre la vida y el sufrimiento que esta representa. En realidad el clima tampoco tiene una gran influencia, el frío del que se habla se refiere más bien al hielo que hay en el corazón.
Días nublados que pueden llegar a ser cálidos si se buscan abrazos, caricias, apapachos y cualquier muestra de afecto, son un gran pretexto para hacer el amor, para perderse en el cuerpo de una persona que se ama e intimar más allá de los límites corpóreos. A veces, con la cotidianidad, se olvida de lo importante que es el contacto visual, el perderse en la mirada y el suspiro y el aliento del otro, combinar la esencia propia con una ajena; el instinto animal es desplazado por el humano, hay tiempo después de todo, a diferencia de un día normal.
Días nublados que instan a la bohemia y a la poesía pues cargan la atmósfera de inspiración; son perfectos para salir al pórtico acompañado de una guitarra o un buen libro; aquellos que ayudan a crear cosas nuevas, ya sean canciones o versos, frases o palabras, ¡incluso escritos sobre los días nublados! Puedo pensar que los más grandes artistas iniciaron su obra maestra con la chispa de un día nublado.
Días nublados que fungen como preludio a la lluvia, son aquellos en los que personalmente no consigo dormir y me preparo para una noche de tormenta incesante y escandalosa. Odio las noches de agua, el insomnio llega a acogerme en sus brazos y me mantiene despierta en medio de la angustia tan sólo esperando por los primeros rayos de sol para asomarse por mi ventana; en rachas realmente malas, esos días nublados se tornan en semanas y al amanecer, tormenta tras tormenta, sigue lloviendo… o sigue nublado.
Sin embargo también existen los días nublados más brillantes, aquellos que ocultan tras la espesa masa grisácea de nubarrones, un exquisito arcoiris. Los rayos de sol pueden ser percibidos entre nube y nube, claro, si se presta atención, y es entonces cuando uno se da cuenta de que tras todo aquello que parece gris, confuso, aburrido o desesperante, siempre existe un atisbo de luz que tarde o temprano llegará.
Ahora bien, para responder a la pregunta planteada al principio: ¿qué tienen los días nublados? Pues bien, me parece que son como un botón de regreso a la realidad; por lo menos en la vida citadina solemos encontrarnos demasiado absortos en nuestras ocupaciones diarias, vamos de un lado al otro sin chistar, sin detenernos a pensar o reflexionar, sin darnos un tiempo para nosotros mismos. Cuando llega un factor externo, casi tan voluble como el ser humano, como es el clima, entonces la vida parece detenerse y nos vemos obligados a cambiar de plan, regresamos al refugio hogareño en busca de confort mientras pasa la lluvia y es cuando los sentimientos afloran, la inspiración llega, los sueños se hacen más lívidos y las necesidades básicas se convierten en prioridad.
Diría pues que un día nublado puede adquirir mil significados distintos, es justo decir que es tan sólo un reflejo del alma, esa es la diferencia entre los días con cielos atiborrados de nubes y los días llenos de sol, los días nublados son como el alcohol: no ocultan nuestra personalidad, la revelan, derriten las máscaras y disfraces que nos hayamos colocado encima y dejan salir aquello que hemos reprimido dentro.
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