Es una gran extensión de 973 270 ha, ubicada en la subregión de la puna seca catamarqueña, en una depresión que se encuentra entre 3200 y 5500 msnm. Su centro es un lago salado, rodeado de cumbres mayores a los 5000 msnm. Se encuentra a 450 km de San Fernando del Valle de Catamarca. Las localidades en el área son Laguna Blanca, Aguas Calientes, Corral Blanco y otros poblados menores.
El objetivo general de esta reserva es la protección de las características naturales específicas y la preservación de especies y diversidad genética.Específicamente, proteger una laguna de altura (3.400 m.), así como los ambientes y especies animales y vegetales aledaños. Es una zona de Hábitat de vicuñas y llamas, y entre las aves se observan flamencos, patos crestones y ñandúes petisos entre otros.
Aunque vicuñas y suris son los más abundantes y fáciles de observar, no es raro ver pumas, zorros, gatos andinos y quirquinchos. El avistaje de aves es sin duda extraordinario destacándose por su cantidad los flamencos rosados y las parinas.
Comprende la sierra Laguna Blanca, ubicada al sur de Antofagasta de la Sierra, en la región natural de estepas de la Puna y Altoandinas. Tiene una extensión de 770.000 Ha.
En el año 1979, con el fin de proteger a la vicuña (especie en peligro de extinción por ese entonces) se creó la Reserva. En 1982 el área protegida alcanzó el estatus de Reserva de la Biósfera Laguna Blanca.
Catamarca: Entramado ancestral
La cooperativa Mesa Local Laguna Blanca fomenta la producción sustentable de tejidos con fibra de vicuña, animal típico de la Puna. Autogestión y respeto por el medio ambiente.
En los pueblos de raíz andina, las prácticas asociativas comunitarias son una herencia ancestral y aún perviven en la población. Es el caso de la minga (trabajo comunitario o de carácter recíproco) el chaku (encierro, esquila y posterior liberación de animales) y la señalada (marcación del rebaño).
Desde 2007, la Mesa Local Laguna Blanca Cooperativa Limitada se sumó a las organizaciones que mantienen vigentes esas tradiciones originarias. Laguna Blanca es una pampa de altura (está a 3.260 metros sobre el nivel del mar) ubicada al norte del departamento catamarqueño de Belén. Allí se encuentra la Reserva Provincial Natural de Vida Silvestre, que, por su importancia, integra desde 1982 la Red Mundial de Reserva de Biósfera impulsada por la UNESCO, para conservar la diversidad biológica y los valores culturales de la región. Entre las especies animales protegidas en este ecosistema figura especialmente la vicuña, custodiada gracias a un convenio entre Argentina, Bolivia, Chile, Perú y Ecuador, que establece mediante una red de conservación la prohibición absoluta de caza pero con permiso de esquila en chaku.
Integrada por familias artesanas y campesinas, la cooperativa fue la forma de organización que permitió a sus asociados mejorar las condiciones de producción y comercialización de productos tradicionales, entre ellos, las prendas tejidas con fibra de vicuña. No lo hicieron solos, sino en proyectos conjuntos con diversas entidades como la municipalidad de Villa Vil, el Programa de Desarrollo Rural del Noroeste Argentino del Ministerio de Agricultura de la Nación, la Subsecretaría de Agricultura y Ganadería de Catamarca, el INTA y su programa Pro-Huerta, entre otros.
Ramón Avelino Gutiérrez, presidente de la cooperativa, expresa: «Para entender la importancia de esta cooperativa hay que comprender el valor que para nosotros, los lugareños, tiene la vicuña como animal sagrado y como fuente de ingresos para nuestra economía hogareña. A partir de 2002, el gobierno provincial permitió la captura y esquila de vicuñas silvestres, siempre con la técnica ancestral del chaku, y eso movilizó a toda la comunidad, ya que parte de esa fibra volvía a los hogares para la producción de artesanías». De cada vicuña se extraen unos 200 gramos de fibra. Siguiendo la tradición del chaku, los lugareños se dividen en grupos de trabajo para esquilar a los animales, extraerles sangre para control sanitario y vacunarlos. Luego se los devuelve a su hábitat.
La fibra obtenida es una de las más valiosas del mundo: el kilo cotiza entre 300 y 500 dólares. Sin embargo, encontrar una forma equitativa de repartir excedentes no fue fácil. «Cuando empezamos a recibir la fibra, comenzaron los problemas serios entre las personas de la comunidad -cuenta Gutiérrez-, porque había muchas inequidades en el reparto y sucedieron grandes desacuerdos. Entonces, vimos la necesidad de armar algún sistema para asegurar la igualdad. Allí nació la Mesa Local, con representantes de cada sector de Laguna Blanca: club, iglesia, escuela, delegados municipales, vecinos que trabajaron en el chaku». Sin embargo, al principio no funcionó. «No estaban bien entendidos los principios cooperativos -dice Gutiérrez- hasta que después de cometer muchos errores, en 2007, con la ayuda técnica de la Dirección Nacional de Cooperativas de Catamarca y el INTA, encontramos en la forma jurídica de la cooperativa, con matrícula y personería, algo que nos obligó a realizar balances y controles contables, facturación, asambleas; todo lo necesario para que hubiera verdaderas garantías en los beneficios a los socios», concluye. Del 70% del chaku que se destina a la cooperativa, una parte (el 20%) se deja en un fondo común y el 80% restante se distribuye entre los socios.
«Algo muy importante sucedió al funcionar bien la cooperativa: fue el fin del “cuánto me da”. Aquí era muy común que los comerciantes se aprovecharan de las condiciones de necesidad de los artesanos, que nunca ganaban nada, porque el precio lo fijaba el intermediario. Ahora los precios los establecemos entre todos, con un criterio consensuado. Nuestra calidad es tan buena que logramos posicionarnos muy fuerte en el mercado regional», dice Victoria Tupone, secretaria de la cooperativa.
La Mesa Local Laguna Blanca tiene 26 socios (la mayoría, mujeres jefas de hogar), pero el número aumenta continuamente. «Armamos una gran oferta de prendas con certificación de origen, al pasar los controles de hilado, teñido y confección, bajo las normas de comercio sustentable y precio justo», dice Tupone. El desafío mayor ahora es lograr tener una sede propia. «Y algo muy ansiado también: que las empresas de afuera dejen de llevarse la riqueza natural de nuestras comunidades; para eso queremos multiplicar la creación de cooperativas en los territorios vecinos al nuestro, fortaleciéndonos desde adentro», remarca la secretaria. Ana de Luján Suárez, una de las socias más jóvenes de la cooperativa, destaca que dos de las artesanas del grupo fueron distinguidas en la Fiesta Nacional del Poncho de Catamarca 2013. «Doña Julia Guerra ganó el primer premio en el rubro Poncho de Vicuña y Crecencia Casimira también el primero, en la sección prendas», remata orgullosa.
Desde 2007, la Mesa Local Laguna Blanca Cooperativa Limitada se sumó a las organizaciones que mantienen vigentes esas tradiciones originarias. Laguna Blanca es una pampa de altura (está a 3.260 metros sobre el nivel del mar) ubicada al norte del departamento catamarqueño de Belén. Allí se encuentra la Reserva Provincial Natural de Vida Silvestre, que, por su importancia, integra desde 1982 la Red Mundial de Reserva de Biósfera impulsada por la UNESCO, para conservar la diversidad biológica y los valores culturales de la región. Entre las especies animales protegidas en este ecosistema figura especialmente la vicuña, custodiada gracias a un convenio entre Argentina, Bolivia, Chile, Perú y Ecuador, que establece mediante una red de conservación la prohibición absoluta de caza pero con permiso de esquila en chaku.
Integrada por familias artesanas y campesinas, la cooperativa fue la forma de organización que permitió a sus asociados mejorar las condiciones de producción y comercialización de productos tradicionales, entre ellos, las prendas tejidas con fibra de vicuña. No lo hicieron solos, sino en proyectos conjuntos con diversas entidades como la municipalidad de Villa Vil, el Programa de Desarrollo Rural del Noroeste Argentino del Ministerio de Agricultura de la Nación, la Subsecretaría de Agricultura y Ganadería de Catamarca, el INTA y su programa Pro-Huerta, entre otros.
Ramón Avelino Gutiérrez, presidente de la cooperativa, expresa: «Para entender la importancia de esta cooperativa hay que comprender el valor que para nosotros, los lugareños, tiene la vicuña como animal sagrado y como fuente de ingresos para nuestra economía hogareña. A partir de 2002, el gobierno provincial permitió la captura y esquila de vicuñas silvestres, siempre con la técnica ancestral del chaku, y eso movilizó a toda la comunidad, ya que parte de esa fibra volvía a los hogares para la producción de artesanías». De cada vicuña se extraen unos 200 gramos de fibra. Siguiendo la tradición del chaku, los lugareños se dividen en grupos de trabajo para esquilar a los animales, extraerles sangre para control sanitario y vacunarlos. Luego se los devuelve a su hábitat.
La fibra obtenida es una de las más valiosas del mundo: el kilo cotiza entre 300 y 500 dólares. Sin embargo, encontrar una forma equitativa de repartir excedentes no fue fácil. «Cuando empezamos a recibir la fibra, comenzaron los problemas serios entre las personas de la comunidad -cuenta Gutiérrez-, porque había muchas inequidades en el reparto y sucedieron grandes desacuerdos. Entonces, vimos la necesidad de armar algún sistema para asegurar la igualdad. Allí nació la Mesa Local, con representantes de cada sector de Laguna Blanca: club, iglesia, escuela, delegados municipales, vecinos que trabajaron en el chaku». Sin embargo, al principio no funcionó. «No estaban bien entendidos los principios cooperativos -dice Gutiérrez- hasta que después de cometer muchos errores, en 2007, con la ayuda técnica de la Dirección Nacional de Cooperativas de Catamarca y el INTA, encontramos en la forma jurídica de la cooperativa, con matrícula y personería, algo que nos obligó a realizar balances y controles contables, facturación, asambleas; todo lo necesario para que hubiera verdaderas garantías en los beneficios a los socios», concluye. Del 70% del chaku que se destina a la cooperativa, una parte (el 20%) se deja en un fondo común y el 80% restante se distribuye entre los socios.
«Algo muy importante sucedió al funcionar bien la cooperativa: fue el fin del “cuánto me da”. Aquí era muy común que los comerciantes se aprovecharan de las condiciones de necesidad de los artesanos, que nunca ganaban nada, porque el precio lo fijaba el intermediario. Ahora los precios los establecemos entre todos, con un criterio consensuado. Nuestra calidad es tan buena que logramos posicionarnos muy fuerte en el mercado regional», dice Victoria Tupone, secretaria de la cooperativa.
La Mesa Local Laguna Blanca tiene 26 socios (la mayoría, mujeres jefas de hogar), pero el número aumenta continuamente. «Armamos una gran oferta de prendas con certificación de origen, al pasar los controles de hilado, teñido y confección, bajo las normas de comercio sustentable y precio justo», dice Tupone. El desafío mayor ahora es lograr tener una sede propia. «Y algo muy ansiado también: que las empresas de afuera dejen de llevarse la riqueza natural de nuestras comunidades; para eso queremos multiplicar la creación de cooperativas en los territorios vecinos al nuestro, fortaleciéndonos desde adentro», remarca la secretaria. Ana de Luján Suárez, una de las socias más jóvenes de la cooperativa, destaca que dos de las artesanas del grupo fueron distinguidas en la Fiesta Nacional del Poncho de Catamarca 2013. «Doña Julia Guerra ganó el primer premio en el rubro Poncho de Vicuña y Crecencia Casimira también el primero, en la sección prendas», remata orgullosa.
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