Ser sensible es estar atento no sólo a las cosas bellas sino también a las que llamamos feas.
El río, los campos verdes, los árboles en la distancia, las nubes de un atardecer, a estas cosas las llamamos bellas. A los aldeanos sucios, medio muertos de hambre, a las personas que viven en la escualidez o a las que tienen muy poca capacidad de pensamiento, de sentimiento, a todo esto lo llamamos feo. Ahora bien, si lo observan, verán que lo que hace la mayoría de nosotros es aferrarse a lo bello y desechar lo feo. ¿Pero acaso no es importante ser sensibles tanto a la belleza como a lo que llamamos fealdad? La falta de esta sensibilidad es la causa de que dividamos la vida en lo feo y lo bello. Pero si somos abiertos, receptivos, sensibles tanto a lo feo como a lo bello, entonces veremos que ambos están llenos de significado, y esta percepción enriquece la vida.
Krishnamurti
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