viernes, 20 de febrero de 2015


Somos impotentes ante las expectativas que otras personas tienen de nosotros. No podemos controlar lo que los otros quieren, lo que esperan o lo que quieran que hagamos o seamos.
Podemos controlar cómo respondemos a las expectativas de los demás.
Durante el curso de cualquier día, la gente hace demandas acerca de nuestro tiempo, talentos, energía, dinero y emociones. No tenemos por qué decir sí a cada una de sus peticiones. No tenemos por qué sentirnos culpables si decimos que no. Y no tenemos por qué permitir que el alud de exigencias controle el curso de nuestra vida.
No tenemos que pasarnos la vida reaccionando a los demás y al curso que quisieran que tomara nuestra vida.
Podemos fijar límites, barreras firmes acerca de qué lejos vamos a ir con los demás. Podemos confiar en nosotros mismos y escucharnos a nosotros mismos. Podemos fijarnos metas y dar una dirección a nuestra vida. Podemos valorarnos a nosotros mismos.
Podemos adueñarnos de nuestro poder al tratar con la gente.
Resérvate algo de tiempo. Piensa acerca de lo que tú quieres. Considera cómo afectaría el curso de tu vida el hecho de que respondieras a las necesidades de otros. Vivimos nuestra propia vida no permitiendo que otra gente, ni sus expectativas, ni sus demandas controlen el curso de nuestra vida. Podemos dejar que tengan sus expectativas y que hagan sus demandas; podemos dejar que tengan sus sentimientos. Podemos adueñarnos de nuestro poder para elegir el camino correcto para nosotros.
“Hoy, Dios mío ayúdame a adueñarme de mi poder desligándome , y a elegir en paz el curso de acción adecuada para mí. Ayúdame a saber que me puedo desligar de las expectativas y deseos de los demás. Ayúdame a dejar de complacer a otra gente y a empezar a complacerme a mí mismo”.

(Melody Beattie de su Libro El Lenguaje del Adiós).

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