"Creemos en la utopía porque la realidad nos parece imposible."
"La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar" (Eduardo Galeano)
Y bajo esta genial definición del maestro Galeano tenemos que ver la utopía, como lo inalcanzable, en efecto, pero no como aquello imposible de conseguir, ilusorio, demencial, y que por tanto, nos hace recorrer caminos distintos. La utopía está para ser recorrida.
Una pancarta popular rezaba con el cartel "Creo en la utopía, porque esta realidad me parece imposible". En efecto, la utopía es un producto de la cultura humana, del imaginario colectivo, y está formada por un conjunto de prejuicios y creencias que nos van delimitando lo que es posible y lo que no lo es, más o menos alineado con la idea de lo que es racional (o razonable) y de lo que no lo es. La utopía no existe. O mejor dicho, existe mientras nosotros queramos que exista. En el momento en que nuestra razón y nuestra voluntad decidan que vamos a conseguir aquéllo que era considerado utópico, dicha utopía desaparecerá, y se convertirá en una realidad alcanzable.
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