Podemos pensar en la consciencia como aquello que absorbe al universo y está en constante movimiento “sin el movimiento la vida no existe" tomando infinitas formas, colores, olores, sabores, sonidos, más de las que nuestra mente es capaz de imaginar y de las que nuestros sentidos pueden observar en sus diversas manifestaciones?
La consciencia tiene pulsaciones como las que tiene el latir de nuestro corazón, define tres estadios de este pulsar:
Expansión: en busca del contacto, es ir hacia afuera en busca de.
Contracción: recolectando y retrayendo la experiencia hacia adentro.
Extasis: (estado de unión del alma con Dios, caracterizado por la suspensión temporal de las funciones corporales) es la asimilación de la expansión y la contracción, así como su transición.
Como seres humanos somos capaces de percibir aunque sea de forma burda estos movimientos, no somos seres estáticos y sí prestamos atención a nosotros mismos, empezaremos a observar que habitan en nuestro interior. Por lo tanto, somos seres capaces de tomar consciencia de nosotros mismos y de auto percibirnos desde una forma obvia como sentir el calor o el frio o bien de formas más sofisticadas en las que percibimos nuestros patrones emocionales, así como la interacción que estos tienen con su entorno. Es decir hay niveles de la conciencia humana.
Cuando estos movimientos están en armonía, cada estadio se nutre del otro e interactúan en una perfecta triada; sin embargo somos seres humanos y por lo tanto imperfectos, en mayor o menor medida la pulsación de nuestra consciencia esta distorsionada. Nuestros pensamientos crean energía y esta a su vez los guía en una cierta dirección pudiendo dar una distorsión a la conciencia, es decir deformamos nuestra existencia y creamos caos a nuestro alrededor; aquí es donde la mente pervierte la experiencia. “La consciencia determina la medida y dirección del movimiento y lo regula de acuerdo a la realidad. Cuando hay una menor conciencia el movimiento puede volverse extremo o caer en la apatía y el estancamiento, ambos forman parte de la distorsión y perversión de la consciencia. El propósito de conocer estos estadios y observarlos en nosotros mismos como generadores de la consciencia es darle una mayor armonía y riqueza a nuestras experiencias como seres humanos que estamos en un proceso de transición a estados más avanzados de consciencia. Uno de los errores que cometemos es percibir la energía y la conciencia como entidades separadas, la energía sigue a la conciencia independientemente del grado de distorsión de la misma, es importante recalcar esto para poder comprendernos en cómo bloqueamos nuestra plenitud al no entender que la consciencia pulsa en el universo y a través de nosotros. Sin embargo, solo la vamos a experimentar como catalizadora de nuestro crecimiento cuando la vivimos en la experiencia personal y fenomenológica del aquí y el ahora. Si realmente nos detenemos un momento y permitimos al momento presente ser, sin importar lo que este sea vamos a experimentar un expansión de nuestra consciencia y a poder comprender su origen en nosotros y el universo; por ello es fundamental permitirnos la experiencia de los tres estadios del pulsar de la consciencia. Entre más avanzada es una persona mayor placer y menor sufrimiento. Es decir hay una mayor percepción de la realidad, es más atinada y realista; hay un flujo de movimiento que no está bloqueado por el miedo, las inhibiciones, es decir, no está paralizado. La experiencia de éxtasis resulta de la armonía y de la combinación correcta del movimiento, consciencia y experiencia. Por ejemplo, si observas tu respiración con detenimiento posiblemente encuentres como estos movimientos están alterados en algún punto. Y por lo tanto dejan de nutrir la experiencia presente y la percepción de ella se empobrece. Si yo dejo de respirar simplemente dejo de existir; al distorsionar o bloquear el flujo de nuestra respiración mermamos y “matamos” en alguna media nuestra experiencia de estar vivos, así como la consciencia de nuestra existencia. Por eso en la medida que observamos el pulsar de la consciencia podemos comprender aun más su origen; creo que entender el origen de la conciencia es algo vivencial. “Cuando estos principios se combinan armónicamente el cambio entre ellos está al servicio del crecimiento así como de completar, perfeccionar y crear una existencia más placentera. El crecimiento y el placer son uno; uno no puede existir sin el otro.
La consciencia tiene pulsaciones como las que tiene el latir de nuestro corazón, define tres estadios de este pulsar:
Expansión: en busca del contacto, es ir hacia afuera en busca de.
Contracción: recolectando y retrayendo la experiencia hacia adentro.
Extasis: (estado de unión del alma con Dios, caracterizado por la suspensión temporal de las funciones corporales) es la asimilación de la expansión y la contracción, así como su transición.
Como seres humanos somos capaces de percibir aunque sea de forma burda estos movimientos, no somos seres estáticos y sí prestamos atención a nosotros mismos, empezaremos a observar que habitan en nuestro interior. Por lo tanto, somos seres capaces de tomar consciencia de nosotros mismos y de auto percibirnos desde una forma obvia como sentir el calor o el frio o bien de formas más sofisticadas en las que percibimos nuestros patrones emocionales, así como la interacción que estos tienen con su entorno. Es decir hay niveles de la conciencia humana.
Cuando estos movimientos están en armonía, cada estadio se nutre del otro e interactúan en una perfecta triada; sin embargo somos seres humanos y por lo tanto imperfectos, en mayor o menor medida la pulsación de nuestra consciencia esta distorsionada. Nuestros pensamientos crean energía y esta a su vez los guía en una cierta dirección pudiendo dar una distorsión a la conciencia, es decir deformamos nuestra existencia y creamos caos a nuestro alrededor; aquí es donde la mente pervierte la experiencia. “La consciencia determina la medida y dirección del movimiento y lo regula de acuerdo a la realidad. Cuando hay una menor conciencia el movimiento puede volverse extremo o caer en la apatía y el estancamiento, ambos forman parte de la distorsión y perversión de la consciencia. El propósito de conocer estos estadios y observarlos en nosotros mismos como generadores de la consciencia es darle una mayor armonía y riqueza a nuestras experiencias como seres humanos que estamos en un proceso de transición a estados más avanzados de consciencia. Uno de los errores que cometemos es percibir la energía y la conciencia como entidades separadas, la energía sigue a la conciencia independientemente del grado de distorsión de la misma, es importante recalcar esto para poder comprendernos en cómo bloqueamos nuestra plenitud al no entender que la consciencia pulsa en el universo y a través de nosotros. Sin embargo, solo la vamos a experimentar como catalizadora de nuestro crecimiento cuando la vivimos en la experiencia personal y fenomenológica del aquí y el ahora. Si realmente nos detenemos un momento y permitimos al momento presente ser, sin importar lo que este sea vamos a experimentar un expansión de nuestra consciencia y a poder comprender su origen en nosotros y el universo; por ello es fundamental permitirnos la experiencia de los tres estadios del pulsar de la consciencia. Entre más avanzada es una persona mayor placer y menor sufrimiento. Es decir hay una mayor percepción de la realidad, es más atinada y realista; hay un flujo de movimiento que no está bloqueado por el miedo, las inhibiciones, es decir, no está paralizado. La experiencia de éxtasis resulta de la armonía y de la combinación correcta del movimiento, consciencia y experiencia. Por ejemplo, si observas tu respiración con detenimiento posiblemente encuentres como estos movimientos están alterados en algún punto. Y por lo tanto dejan de nutrir la experiencia presente y la percepción de ella se empobrece. Si yo dejo de respirar simplemente dejo de existir; al distorsionar o bloquear el flujo de nuestra respiración mermamos y “matamos” en alguna media nuestra experiencia de estar vivos, así como la consciencia de nuestra existencia. Por eso en la medida que observamos el pulsar de la consciencia podemos comprender aun más su origen; creo que entender el origen de la conciencia es algo vivencial. “Cuando estos principios se combinan armónicamente el cambio entre ellos está al servicio del crecimiento así como de completar, perfeccionar y crear una existencia más placentera. El crecimiento y el placer son uno; uno no puede existir sin el otro.
Eva Pierrakos, 1967
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