viernes, 2 de marzo de 2012

Permanencia, Gioconda Belli

Duro decir:
Te amo,
Mira cuánto tiempo, distancia y pretensión
He puesto ante el horror de esa palabra,
Esa palabra como serpiente
Que viene sin hacer ruido, ronda
Y se niega una, dos, tres, cuatro, muchas veces,
Ahuyentándola como un mal pensamiento,
Una debilidad,
Un desliz,
Algo que no podemos permitirnos
 
—Ese temblor primario
Que nos acerca al principio del mundo,
Al lenguaje elemental del roce o el contacto,
La oscuridad de la caverna,
El hombre y la mujer
Lamiéndose el espanto del estruendo—
 
Reconocer
Ante el espejo,
La huella
La ausencia de cuerpos entrelazados hablándose.
 
Sentir que hay
Un amor feliz
Enjaulado a punta de razones,
Condenado a morir de inanición,
Sin darse a nadie más
Obseso de un rostro inevitable.
 
Pasar por días
De levantar la mano,
Formar el gesto del reencuentro y arrepentirse.
No poder con el miedo,
La cobardía,
El temor al sonido de la voz.
Huir como ciervo asustado del propio corazón,
Vociferando un nombre en el silencio
Y hacer ruido,
Llenarse de otras voces,
Sólo para seguirnos desgarrando
Y aumentar el espanto
De haber perdido el cielo para siempre.
Gioconda Belli

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