jueves, 29 de abril de 2010

La belleza verdadera - Ghandi


La belleza verdadera consiste, sobre to­do, en la pureza del corazón. El arte, para ser arte, debe promover la serenidad. Quiero un arte y una literatura que puedan hablarles a millones de hombres.
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Su yo fuera un dictador, exigiría la sepa­ración entre la religión y el Estado. Mi ra­zón de vivir emana de la religión. Por ella, estoy dispuesto a morir. Pero se trata de un asunto puramente personal. El Estado nada tiene que ver con ello. Su territorio es el del bienestar, la salud, las comunicacio­nes, los asuntos extranjeros, la hacienda y demás problemas netamente temporales. No tiene que preocuparse de tu religión o Ia mía. Este es un asunto de cada uno.
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La vida es la mayor de todas las artes. Quisiera ir más lejos y decir que el hombre que más se acerca a la perfección es el mayor artista. Pues, ¿qué sería el arte si le faltaran el cimiento y la estructura de una vida noble?
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Estoy contra la violencia porque sus apa­rentes ventajas, a veces impresionantes, no son más que temporales, mientras que el mal que ocasiona deja sus huellas para siempre. Aunque se matase a todos los in­gleses sin excepción Ia India no sacaría de eso el mínimo provecho. No será la matan­za de todos los ingleses lo que librará de su miseria a millones de hombres. La respon­sabilidad de nuestra situación actual nos incumbe mucho más que a los propios in­gleses. Ellos no podrían hacernos el menor mal si en nosotros todo fuera bueno. De allí mi insistencia en que nos reformemos interiormente a nosotros mismos.
Gandhi

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