jueves, 2 de julio de 2015

Pabellon del Servicio Postal - Buenos Aires

Perdió su cúpula y el piso colapsó. Es uno de los 20 edificios que la Ciudad levantó para los festejos de 1910.Escondido detrás de las fluorescentes luces de un supermercado, subsiste en el olvido el único pabellón de los 20 que fueron construidos para celebrar el Centenario de la Revolución de Mayo, y no fue desmantelado ni demolido.
                                                Vista del Pabellón Argentino, tal cual aparecía en 1910
Está en Palermo, entre el Regimiento de Patricios y el hipermercado Jumbo, a pocas cuadras donde hoy justamente se inaugura el Pabellón del Bicentenario. Aquél, obra del arquitecto italiano Virginio Colombo, fue bautizado como "Pabellón del Servicio Postal de la Exposición Ferroviaria y de Transportes Terrestres del Centenario" -galardonado en su momento con la medalla de oro- hoy permanece oculto ante los honores del siglo XXI.
De la misma época y aún en pie datan el Pabellón Frers y la Confitería de la Sociedad Rural, edificaciones que si bien fueron utilizadas para los festejos de 1910 no fueron construidas con un fin exclusivamente celebratorio, sino a pedido de la entidad del campo.

El Pabellón del Servicio Postal, a metros de la calle Cerviño -una edificación que hasta la década del 80 fue usada como sede de la revisión médica del servicio militar- ahora se encuentra en estado de total abandono. Invadido por las palomas, en su interior el piso colapsó y está destruido. Voceros del Ejército y del Ministerio de Defensa dijeron desconocer si hay intenciones de recuperarlo.

La última vez que se restauró fue en 1996, aunque sólo la fachada. Para esa fecha ya se había perdido la parte superior abovedada, que remataba en un gran globo terráqueo sostenido por cuatro mujeres. "Se pudo hacer algo en ese momento porque se aprovechó la publicidad que daba la apertura del supermercado", contó el arquitecto José María Peña, quien para esa época integraba la Comisión de Monumentos Nacionales. "El dinero no alcanzó para arreglar el interior y es una lástima porque a ese pabellón podrían dársele infinitos usos", lamentó.

Pero más allá de la desidia actual, hubo en su pasado, un momento de esplendor. Hay que retrotraerse cien años para entender de qué se trataba. Mientras el mundo temía una catástrofe por el inminente paso del cometa Halley, la Ciudad montaba una fastuosa celebración que se prolongaba desde la Plaza San Martín hasta los Bosques de Palermo, con un nombre no menos grandilocuente: "Exposición Internacional del Centenario".

Visitantes ilustres de -entre ellos la infanta Isabel de Borbón, representando a los Reyes de España- se pasearon por las ferias de la industria, de la agricultura y ganadería, de ferrocarriles y de la higiene.
Los grandes arquitectos de la época tuvieron una participación decisiva en el diseño de las exposiciones. "Julián García Núñez, autor del Palacio San Miguel y del Hospital Español, entre otras obras, realizó el Pabellón del Reino de España (en las cercanías de Avenida del Libertador, en Palermo), que fue uno de los más grandes, con un portal que incluía una suerte de totems, puentes, distintas fuentes y un óvalo para desfiles", explicó Alejandro Machado, un vecino interesado en el patrimonio urbano y creador del sitio www.virginiocolombo.com.ar.

Otro ejemplo de la calidad de las construcciones es el Pabellón Italiano (estaba junto al del Servicio Postal, donde hoy está el Jumbo), que imitaba una gran terminal ferroviaria. Proyectado por el arquitecto Gaetano Moretti, el mismo que tuvo a su cargo la finalización del Palacio Legislativo de Uruguay, contó con la dirección de obra de Mario Palanti (quien luego proyectaría el Palacio Barolo, el Hotel Castelar y la Concesionaria Chrysler, hoy Museo Renault). De su decoración, se ocupó Francesco Gianotti, autor de la Confitería El Molino y la Galería Güemes.
A diferencia de estos casos, la obra premiada de Colombo se mantuvo erguida. Pero hoy sólo es una estructura vacía y quebrada, que por las noches, da refugio a los pájaros.


Fuente: 
Diario Clarín 28/1/2010

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