Visceral y profundo es el momento que atravieso.
Y lo atravieso, así, entera. Con mis ideas, con mis intuiciones, con mis heridas. Pero, sobre todo, con una nueva y solitaria energía que se va nutriendo cada día un poco más, que busca el curso, que se deja fluir pesada o livianita, sutil o a borbotones.
Estoy sanándome, buscándome, pariéndome. Desde lo hondo del cuerpo, desde sus canales más profundos, buceando en ellos con mi propio aire y dejándome llevar por cascadas o mansos cauces.
Fueron años difíciles. Sobreviví a ellos.
Hoy me miro en mi espejo.
Ni víctima ni guerrera: caracola con alas.
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