La primera vez que Cortázar utilizó el término fue en un artículo publicado en 1952, cuando reseñó un concierto que Louis Armstrong ofreció en París. Al escritor se le ocurrió la idea cuando, en el Teatro de los Campos Eliseos de la capital francesa, tuvo una visión de unos globos verdes flotando alrededor de la sala.
El concepto de los cronopios quedó en la mente de Cortázar, quien escribió una serie de cuentos y poemas con estos personajes como protagonistas que aparecieron en el libro “Historias de cronopios y de famas”, publicado en 1962.
Pura genialidad para muchos y relatos sobrevalorados para otros es esta obra que se ha convertido en una de las más significativas de cuantas conforman la bibliografía de Julio Cortázar.
Dentro del género surrealista se encuentra enmarcada la misma en la que el autor viene a realizar, a su manera, un repaso por los actores sociales más importantes de las décadas de los años 50 y 60 en Argentina. Es decir, por los burgueses.
De una forma auténtica crítica y mordaz lleva a cabo la descripción de esa clase alta que, entre otras, se encuentra conformada por personas venidas a menos que, sin embargo, para aparentar siguen llevando el nivel de vida que presumiblemente tenían antes. Esa situación produce que tengan lugar momentos realmente divertidos y absurdos.
“Los particular y lo universal”, “Conservación de los recuerdos”, “Inconvenientes en los servicios públicos” o “Preámbulo a las de instrucciones para dar cuerda al reloj” son algunos de los cuentos que dan forma a esta obra.
De acuerdo a lo que se desprende sus textos, los cronopios son criaturas idealistas, sensibles e ingenuas. De esta manera se diferencian de otros seres imaginados por el escritor, como los famas (pretenciosos y formales) y las esperanzas (aburridas e ignorantes).
Cortázar supo aclarar que el término cronopio no tiene nada que ver con el tiempo, lo que podría inferirse del prefijo crono. Simplemente, aseguró el argentino, fue una palabra que se le ocurrió y que le pareció apropiada para nombrar a estos seres.
Cortázar supo aclarar que el término cronopio no tiene nada que ver con el tiempo, lo que podría inferirse del prefijo crono. Simplemente, aseguró el argentino, fue una palabra que se le ocurrió y que le pareció apropiada para nombrar a estos seres.
Con el paso de los años, tanto Cortázar como sus amigos y seguidores comenzaron a usar la noción de cronopio como un adjetivo o un tratamiento honorífico aplicado a las personas que admiraban. Así, Cortázar suele ser llamado como El Cronopio Mayor.
La creación del término cronopio dio lugar a que otros muchos artistas desde aquel momento se inspiraran en él. Buena muestra de ello es la pintora Eva Holz, oriunda de Chile, que llevó a cabo la creación de varios cuadros acerca de ese extraño ser.
También está el escritor Luis María Pescetti que tiene una obra titulada “¿Qué pasaría si un par de cronopios recorrieran una autopista?”.
La música también cuenta con diversas canciones que versan sobre los seres inventados por Cortázar, tales como “Canción del Cronopio”, de la banda rockera Los Brujos.
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