Amarnos más que a nadie no es egoísmo es sabiduría
Cuando entendemos que nuestro principal compromiso es con nosotros mismos, que debemos cuidarnos, querernos y protegernos sobre todas las cosas y de todas las personas, no estamos siendo egoístas, solo estamos mostrando una gran sabiduría, poniendo en el lugar protagónico a la única persona de que debe estar allí: nosotros mismos.
La mejor parte del cerebro humano: la sabiduría, la capacidad de discernir y decidir lo que está bien o mal
Dalai Lama
El hecho de reconocer que el ser humano que se nos ha puesto a cargo más importante somos nosotros mismos, no son nuestros padres, ni nuestros hijos, tampoco una pareja, ni un hermano o amigo, es un paso gigante en la ruta que nos lleva a nuestro estado de bienestar.
El propósito de nuestras vidas debe ir siempre orientado a nuestra felicidad en primera opción y en la procura del bien para todo el que nos rodea. Ante este entendimiento, no cabe el egoísmo, mientras nuestra conexión con nosotros mismos se establece y aprendemos a amarnos, mejor actuamos con los que forman parte de nuestras vidas.
Permite que sea un regla importante en tu vida; una de las más importantes: así como eres contigo mismo, serás con los demás. Si te amas a ti mismo, amas a los demás. Si las relaciones contigo mismo mismo fluyen, fluirán también las relaciones con los demás. Si tu interior es árido, también serás árido de cara al exterior. Lo profundo tiende a convertirse en lo externo; lo profundo se manifiesta a sí mismo en lo externo.
Osho
Somos responsables de cómo nos sentimos, cómo nos adaptamos a las situaciones que se nos presentan, qué tan rápido aprendemos y cuántos recursos invertimos en lo que nos interesa o nos involucra.
Asumir esa responsabilidad nos da la posibilidad de realizar los cambios que consideremos necesarios para ajustar nuestra vida a conveniencia, para que resulte más fácil y más placentero vivirla. Puede inclusive dar un poco de temor, porque el resultado es trascendental, sabernos responsables de nuestra felicidad, de nuestra tristeza, de nuestros logros, de nuestros fracaso, totalmente responsables, podría resultar abrumador. Pero a su vez es una luz que tenemos disponible, es la posibilidad de cambio, es toda la potencialidad en nuestras manos de tener la vida que nos gustaría.
Entonces, qué es más sencillo? Ceder nuestro control a cualquier agente externo a nosotros y decir: Mi trabajo me enferma, el profesor me ha aplazado, mi esposa me hace infeliz, él saca lo peor de mí, los gobernantes me han llevado a la ruina, e inclusive en “positivo”: Eres mi felicidad, no sé vivir sin ti, mis hijos son mi motivo para luchar. O bien sabernos responsables de nuestra felicidad, que nosotros constantemente tomamos decisiones que nos posicionan segundo a segundo, que nada es casualidad, y que las personas que afectan positiva o negativamente nuestras vidas, lo hacen porque nosotros le damos ese poder?
A mí en lo particular me gusta hacerme y saberme responsable, prefiero sentir que si hay algo que no me gusta, lo puedo modificar, que si alguien me hace daño, puedo retirarme, que si hay una oportunidad, puedo aprovecharla, que tengo en mí todo lo que necesito para proveerme, para ser feliz, para nutrirme, para avanzar y crecer en mi camino. Y me agrada pensar que mientras yo mejor esté, mejor estarán las personas que quiero, sin ningún tipo de egoísmos.
Nadie puede corromper ni purificar a otro, somos nosotros mismos responsables de nuestra propia purificación
Buda Gautama
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