Cuando la frecuencia es distorsionada, la armonía se rompe y es donde aparece la enfermedad.
La resonancia nos dice que es posible modificar estas frecuencias discordantes, por medio de la emisión de otras frecuencias, a través del sonido y la vibración.
Los cuencos de cristal de cuarzo, como los tibetanos (metálicos 7 metales) emiten un modelo de onda alfa similar a la que emite el cerebro en sus estados de quietud y meditación, favoreciendo la producción de linfocitos T , los cuales aumentan nuestro sistema inmunológico. Permitiendo que nuestro cuerpo vibre en la misma octava que el cuenco.
La vibración y el sonido de los cuencos, trabajan sobre nuestro cuerpo energético, equilibrándolo a través de cada uno de los chakras, limpia nuestro campo áurico. En la parte física, nuestra estructura ósea y por sobre manera nuestra columna vertebral es el vehículo de resonancia que hace extensible a cada órgano cada célula de nuestro cuerpo por medio del sistema nervioso la vibración que restablece la perfecta armonía.
Destrabando bloqueos, en el cuerpo sutil y físico, armoniza el sistema cristalino de nuestro esqueleto y tiene efectos benéficos en contracturas musculares, artrosis, depresiones, problemas circulatorios, neuronales,stress, y muchas otras afecciones.
Los cuencos, nos conectan a través del sonido y la vibración con nosotros mismos y con el universo alineándonos en una perfecta armonía.
Pitágoras decía que cada cuerpo celestial, emite un sonido debido a su movimiento ritmo y vibración, por ende el universo vibra emitiendo un sonido armónico perfecto, y nosotros somos parte de el.
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