Cuando sientes que tu vida está estancada o que algo te está presionando o que algo te está doliendo dentro, la vida te está invitando a que crezcas, a que hagas un cambio importante para ti. Si no te crees capaz de hacer ese cambio, seguirás aguantando la situación y cada día será más pesada y más dolorosa. La vida te ha hablado suavemente al principio, te ha comunicado sus ideas despacito al oído y tú no has querido escuchar su sabio consejo. Por eso te estás sintiendo así. Recuerda como resolviste en el pasado alguna situación similar.
Ahora estás tratando de sostenerte allí un tiempo más, te da tanto miedo. Sientes que vas a perder la estabilidad del lugar donde te encuentras y crees que si te mueves, te trasladarás a un terreno desconocido que te puede dejar a la intemperie sin protección ni contención. No confías que los consejos de la vida puedan ser buenos para ti, para que tú los realices. Sabes que son buenas ideas para cualquier otra persona que se sienta más preparada, pero tú sientes que aun no puedes, sientes que es necesario darte un tiempo para madurar la situación y esperar a que las cosas se den más fácilmente.
La espera es larga, inmensamente larga y mientras tanto sigue doliendo. Por momentos sientes que puedes, pero esos momentos duran muy poco y al rato ya estas situado en el miedo de no poder atravesar ese puente que te llevaría a otro nivel de tu existencia.
Pero la vida no se acalla y sigue hablando y cada vez lo grita mas fuerte, hasta que un día ya no aguantas mas la presión y decides que ha llegado la hora. Tiemblas, tomas impulso, cierras los ojos y te lanzas. Que difícil te ha resultado, que difícil ese salto al vacío, sin saber donde iras a caer. Te sientes como un loco que sigue a su corazón mientras que los demás prefieren quedarse con los pies bien puestos en la tierra. Te preguntas si es necesario hacer todo este esfuerzo y te preguntas qué será de ti. Pero la vida te sonríe y celebra tu valentía.
En el fondo de tu corazón sabes que ha sido necesario y aunque no tengas claro el resto del panorama, algo dentro te dice que todo está bien. Hay cierta paz que te envuelve aun en medio de la incertidumbre. Hay algo que te dice que todo está bien, que todo irá mucho mejor.
Luego del salto, llegas nuevamente a tierra, la tierra te recibe y te muestra el nuevo panorama. Tú buscas estabilizarte en esas nuevas circunstancias y el tiempo pasa casi sin darte cuenta. Más adelante miras hacia atrás y ves todo lo que hiciste y sientes que ahora estás mejor y te felicitas e incluso lo comentas con orgullo.
Reconoces el error de pensar que no podías y hasta puedes celebrar lo mal que lo pasaste para motivarte a tener el impulso necesario para dar el salto que tanto querías evitar. Esta vez evalúas lo realizado y reconoces que la vida te obligó a crecer.
La vida que es testaruda nuevamente te comenzará a hablar al oído suavemente y de nuevo comenzaras a razonar en lo mismo, quieres tiempo para madurar el nuevo salto y así tu vida prosigue sin parar.
Si la vida está de nuestro lado para animarnos y empujarnos a saltar ¿Porqué podemos seguir temiendo hacer esos cambios? Puedes demorar todo el tiempo que quieras, pueden pasar eones de tiempo, pero al final la vida siempre te empujará a evolucionar. No hay problemas con tu miedo, siempre quedará atrás.
Mientras más dolor sintamos dentro, es porque más grande ha sido nuestra resistencia a saltar. Seguramente el tiempo está presionando dentro de ti, almacenando las energías necesarias para hacer ese cambio que te hará evolucionar. Podemos resistirnos, pero no podremos evitar que llegue la hora.
Si tomamos confianza en la vida y sus sabios consejos, nos dejaremos llevar a las primeras señales que recibamos y entonces nuestra evolución será más placentera, más dulce y más fácil de realizar. Con la suficiente confianza, nuestros pasos serán cada vez más suaves y el dolor ya no será necesario.
El dolor es necesario solo para darnos cuenta de que podemos salir de donde estamos en medio de nuestra resistencia, esa es su única finalidad. Muchas veces hemos agradecido que nos fuera a visitar para ayudarnos a movernos de un lugar a otro. Si no existiera el dolor, no sentiríamos la necesidad de movernos. Nos podríamos quedar eternamente en ese lugar que no nos corresponde. Para eso fue creado, para ayudarnos a avanzar a las alturas donde si nos corresponde estar.
Si has dejado de sufrir, significa que te encuentras en el lugar más adecuado para ti. Si aun estas sufriendo por alguna circunstancia, significa que aun estas inseguro de avanzar por temor a correr riesgos. Te gustaría no tener que hacer nada extraordinario o especial. Te gustaría que todo mejorara, pero no quieres ser tú el que haga el cambio. Te gustaría que alguien se haga el valiente por ti, quisieras que todo mejorara por obra de un ser superior al que clamas por ayuda sin darte cuenta de que él está a tu lado alentándote para que subas y subas sin detenerte jamás.
Dios no desea que te quedes paralizado en alguna situación, él te ha dado capacidades de sobra para que puedas moverte y siempre te apoyará aunque tú te resistas a creerlo. Que tú te resistas no es problema de Dios, él se las arreglará para que te muevas de todas maneras y lo harás. La evolución lo requiere y así será. El dolor acumulado dependerá de tu resistencia a dar el paso.
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