El propio centro de tu ser es el centro del ciclón. Lo que pase a su alrededor no lo
afecta. Es silencio eterno. Los días van y vienen, los años van y vienen, los siglos van y
vienen, las vidas van y vienen, pero el silencio eterno de tu ser sigue siendo el mismo, la
misma música sin sonido, la misma fragancia a divinidad, la misma trascendencia de todo lo
mortal, de todo lo momentáneo.
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