La comunicación entre autor y lector se establece cuando quien lee reconoce sus propias fantasías en las expresadas por la ficción y, así, logra una descarga afectiva, emocional y tensional, al mismo tiempo que «sabe» que eso le sucede al personaje, y entonces su seguridad no tiene por qué sentirse amenazada (...).
Porque en la ficción literaria los contenidos latentes del sueño se despliegan sin censura y permiten la emergencia del fantasma: no escribiríamos si pudiésemos conformarnos con soñar; porque en ese «sueño diurno» que es el texto literario, el autor nos pone en contacto con nuestro inconsciente, y en la lectura el alma alivia tensiones, hace catarsis y comprende una realidad en otra: en la lectura del texto literario el sujeto actualiza sus deseos más arcaicos y accede de manera metafórica a la otra escena inconsciente; porque en el trabajo del sueño y en el trabajo de la escritura hay una misma huella: la del deseo.
Diana Paris
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📷 Graceland Yogi
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