Soltar los pájaros, los que están acurrucados entre las palabras guardadas, los que estaban escondidos en los sótanos de otras casas que no son nuestras, los que estaban enjaulados en algún que otro jardín esperando que alguien los vea.
Soltar los pájaros, los que estaban heridos y sin volar hace tiempo, los que estaban encerrados hace más de cien años.
Liberar las alas que ya debían levantar vuelo y con ellas liberar la de todos los nidos, de todas las voces que sentimos cerca.
Dejar que el alma se vuelva liviana como una pluma, y que quiénes llegaron antes a esta hermosa tierra, se eleven con el viento de sus sonrisas, como si fuera magia.
Hablar de lo importante, declarar la alegría como bandera indestructible, sentir el abrazo de quienes saben compartirla.
Soltar los pájaros y las palabras, y encontrar en los otros un jardín de bienvenida, de amor incondicional volviendo a lo imprescindible.
Todos tienen batallas guardadas y nadie sabe cuanto tiempo les han pesado en su corazón.
Comprender que a pesar del camino también somos esos niños que fuimos, y que buscamos salir a jugar otra vez sonriendo y mirándonos a los ojos, es comprender también que en los demás habita la fragilidad y la inocencia que necesita ser contada, que romper el silencio sana cuerpos y almas.
Hablar de todo lo necesario, compartir los sueños, no guardar nada para después, porque a veces puede hacerse tarde.
Soltar los pájaros, y que se queden a vivir en nuestro jardín, pero libres de compartir el cielo.
No hay nada más increíble que el milagro de verlos volando.
CinWololo
Ilustradora Marina Terauds