La que murió de amor. La trágica historia de Felicitas Guerrero y su alma errante vagando por los túneles de la basílica.
Este mito tiene raices historicas y nos cuenta la tradición que cuando la joven Felicitas Guerrero se casó en 1862 con Martín de Alzaga, un hombre mayor y acaudalado, era una de las mujeres mas bellas de la sociedad porteña. Al año siguiente de la boda y tras perder a su único hijo, Felicitas quedó viuda con apenas 26 años. A su hermosura sumaba el hecho de tener una de las fortunas mas grandes de la ciudad de Buenos Aires, lo que la convertia en objeto de admiración y requerimiento de muchos petendientes. Entre ellos estaba el celoso aristocrático Enrique Ocampo (tio de las escritoras Victoria y Silvina Ocampo) a quien la viuda rechazó sin miramientos. Quiso el destino que el enamorado descubriera que la causa del rechazo era la preferencia de Felicitas por el estanciero Samuel Saenz Veliente. Enfermo de rabia, Ocampo mató a Felicitas de un disparo en la espalda un dia antes de su boda con su nuevo novio. Los padres de Felicitas mandaron a construir en 1875, en homenaje a su hija una iglesia ubicada en calle Isabel la Catolica, entre Brandsen y Pinzon, en el barrio de Barracas. Los vecinos del lugar sostienen que cada 30 de enero, fecha de la muerte de Felicitas, aparece su fantasma con el torso ensangrentado, vagando errante durante toda la noche hasta el amanecer. También es frecuente que muchas mujeres se encomienden a ella para encontrar su gran amor o para conservar el que ya tienen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario